La Cámpora y su héroe

“En el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tengan la seguridad que no se va a entregar ningún sector a cambio de nada” Débora Giorgi


El gobierno juega con la cultura estatista de los argentinos. Es sorprendente observar los gastos que realiza el Estado para mantener a Aerolíneas, las irregularidades que se conectan a ENARSA, y la falta de control a los concesionarios de los trenes. A pesar de ello escuchamos a la mayoría de los argentinos pedir la estatización de YPF o, aceptar sin chistar, la derogación de la ley que defendía un Banco Central independiente.
Existe, aún, un enorme apoyo popular al control estatal de la sociedad civil basado en un falso nacionalismo. La muerte, sin pena ni gloria, de las AFJP es solo un botón de muestra.
Se necesitaron varios accidentes para reconocer una política incorrecta en el sector de los transportes. El Estado benefició a amigos y no cumplió con el ineludible papel de control del servicio. De esa forma el concesionario no satisfizo las necesidades de los consumidores, aumentó la burocracia y la corrupción que permite este sistema, y los amigos se convirtieron en enemigos, cuando se descubrieron alguno de los negociados en los cuales son socios.
Los concesionarios o las empresas privadas fuertemente ligadas al Gobierno se vuelven ineficientes porque aunque no cumplan con sus funciones las sostiene la espalda del Estado. Recrudece, de este modo, la mentalidad burocrática que es enemiga de la producción y la productividad. Y volvemos al círculo vicioso que acaba en que se quiere estatizar.
El discurso del gobierno se engorda con palabras de amor a la patria y en contra del mercado. La gente aprende a creer que es arbitrario y que conviene por eso la planificación de los funcionarios, un grupo que se considera iluminado por la luz de la razón.
Consentimos que sea a través del Banco Central que se preste a quién decida el gobierno y que se emita sin respaldo para que se resuelvan las dificultades financieras que generó esta política. Por experiencias anteriores sabemos que aumentará aún más el índice inflacionario..
Héctor Cámpora es admirado por la juventud kirchnerista, el mismo que encumbró la violencia, permitió que salieran de la cárcel 118 terrorista unidos a 16 criminales comunes y acabó- vía ley de amnistía- con los tribunales que debían juzgar sus delitos.
El círculo que maneja el gobierno actual debería repasar a fondo el gobierno de Héctor Campora, quien asumió el 23 de mayo de 1973 rodeando de guerrilleros a los que llamaba “maravillosa juventud” y que por esa época le gritaban al secretario de la CGT: “Rucci traidor, te pasará lo mismo que a Vandor”.
La impunidad derrotó a la Justicia y la economía dirigida por el gobierno permitió seguir gastando. Se aumentó el déficit fiscal y la expansión monetaria que ya había alcanzado preocupante índice durante el gobierno de Lanusse. Ello provocó graves problemas económicos: fue la base del cáncer inflacionario de 1975-1976. Una empobrecedora disminución de la producción fue otra de las consecuencias del gobierno de Cámpora a quién admira la juventud oficialista. ¡Todo un héroe!
Su ministro de economía José B. Gelbard –también acompañó al tercer gobierno de Perón- y el Congreso que las votó, fue responsable de las leyes que permitieron al Banco Central elevar al 100 % la intromisión estatal en el otorgamiento de créditos. El “amiguismo” no se hizo esperar del cual participaba el propio Ministro.
El Estado fijaba la tasa de interés y el valor de la moneda extranjera. Nacionalizó el comercio exterior, expropió bancos extranjeros que ahuyentaron al imprescindible capital foráneo.
Los precios congelados provocaron- como siempre ocurre- desabastecimiento y deterioro en la producción. Faltó de todo -como en Chile durante el gobierno de Allende- por lo cual apareció el mercado negro y la especulación para defender la riqueza que se esfumaba por cuenta y obra del gobierno.
Por el modelo productivo- exactamente como en la actualidad- se limitaron las importaciones perjudicando la modernización de las empresas, incluso el transporte de colectivos. Suspendieron el mantenimiento porque los aumentos no iban a la par del precio del combustible. Fue así que los usuarios viajaban en ómnibus destartalados y peligrosos.
No hay nada nuevo bajo el sol: se persiguió a los comerciantes desde la Secretaria de Comercio: un gemelo de “Moreno” - jefe de policía retirado- amedrentaba a quienes no cumplían la política que maniataba al Mercado..
Los argentinos soportamos en demasiadas oportunidades los efectos del fracasado modelo estatista y dirigista donde se cree que el gobierno es más racional que la gente, se endiosa la planificación central sin tener en cuenta que la sociedad es un fenómeno espontáneo por lo tanto implanificable.
Se critica y disminuye la acción del mercado, el cual, sin una vinculación respetuosa a los derechos civiles no existe. Es el método ligado a la libertad porque consiente la acción electiva, que permite la búsqueda del propio destino. En los regímenes dictatoriales la anulación del principio de propiedad, de facto o por imperio de la ley, acaba con el mercado y la libertad de las personas.
Por el contrario, si se abre la economía- como sucedió en Chile durante el gobierno de Pinochet o en China en la actualidad- poco a poco se liberaliza la política. La producción y la productividad necesitan para expandirse de los valores y el marco institucional liberal.
Quienes nos representan en el Congreso y votan por leyes que lesionan los derechos reflejados en el artículo 14, también se verán perjudicados cuando pierdan el favor del gobierno y deban sufrir como cualquier hijo de vecino las restricciones de principios que nos harían progresar como país y como personas.
En cuanto a figuras para imitar algunos, todavía, tenemos la esperanza de ver en las remeras de los adolescentes a San Martín, Belgrano, Sarmiento o Alberdi en vez del “Che” y Cámpora.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino”. Lumiere.2006)
evaleronarvaez@hotmail.com