Bolivia y su nueva Constitución: el peso del Estado


Elena Valero Naráez


“El estatismo es como un infarto colosal en la circulación económica del país. Por sus tendencias de monopolio y de dirigismo, bloquea gran parte de la producción nacional, frena el dinamismo de la iniciativa y de la concurrencia, y absorbe en gran medida el ahorro de la nación, a modo de un parásito” (Wilhem Ropke)

Evo Morales, presidente de Bolivia, logró una respuesta favorable a la nueva Constitución: un porcentaje del 60 % de votos dio un mayor control de la economía y por ello un mayor peso en las decisiones del Estado.
El apoyo económico del presidente venezolano Hugo Chávez parece dejar a Evo impertérrito ante la escasez de inversiones. Con seguridad disminuirán, aún más: la Constitución prohíbe a las compañías extranjeras repatriar sus ganancias y recurrir al arbitraje internacional, como medio de solución, ante las nacionalizaciones arbitrarias del gobierno boliviano.
El Estado ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y sus procesos de planificación. Los recursos naturales, propiedad del pueblo boliviano, serán administrados por el estado.
Los diarios comentan la nacionalización reciente de la petrolera británica BP luego de la expulsión del embajador estadounidense y de agentes de la DEA acusados extemporáneamente de espionaje.
Mientras Evo sonríe complacido por su triunfo, el gas natural baja de precio y Brasil disminuye considerablemente la compra de combustible.
La Constitución habilita, al actual presidente, a una reelección, por lo cual, podría gobernar hasta el año 2014. La oposición no ha podido unirse, continúa dispersa, lo que da una real ventaja a Evo Morales.
Basta ésta breve información, para comprender que Bolivia se dirige al infierno.
Las empresas nacionalizadas han empezado a funcionar deficitariamente, como en Venezuela, donde, hace unos días, el presidente del Banco Central pidió a Hugo Chávez, que deje de nacionalizar si no quiere provocar un colapso en la economía.
Si, como sabemos, el propósito básico de toda empresa es el lucro, no hay duda de que para obtenerlo depende de la producción y de la productividad, ésta última, es condición necesaria para la expansión de cualquier empresa.
Sin embargo, las decisiones en las empresas bolivianas no dependerán de la voluntad del consumidor sino, de la razón infalible del gobierno boliviano.
El presidente quiere terminar con la propiedad privada, con los capitalistas, con el capitalismo y con el mercado.
La economía cuando es planificada desde el estado no puede alentar el consumo, éste depende de que se permita la economía de mercado, la cual asegura la libre elección de los consumidores quienes, en su mayoría, son asalariados. Las empresas funcionan si pueden vender lo que producen, de lo contrario, quiebran.
Con la desaparición del mercado desaparece también la propiedad privada por lo cual Evo Morales será dueño y señor de la economía de su país y de la voluntad de sus gobernados.
.Como lo pudimos comprobar, en las experiencias socialistas, las empresas estatales son ineficientes, no satisfacen las necesidades de la gente y dejan de cumplir correctamente su “función social”, término al que recurren todos los gobernantes populistas sin entender que si existen y perduran la cumplen, aunque a veces, muy mal.
No es necesario que Evo, por ley o decreto, acabe con la propiedad privada. El deterioro del estado de derecho muestra allí, como también, en Venezuela, y en mayor medida en Cuba, que las leyes pueden ser violadas por “razones de estado” El método de los mecanismos del mercado será sustituido por el de las decisiones políticas.
El mercado será restringido cada vez más, la libre elección limitada y la acción electiva drásticamente disminuida.
La Constitución aumenta la representación indígena en el Congreso.
Bolivia es una sociedad dividida, los grupos indígenas todavía viven en un pasado precapitalista. Aunque hay zonas donde se rechaza éste modelo, la mayoría indígena, con su voto, permitirá instaurar el llamado “socialismo del siglo XXI”
Tantos ejemplos nos ofrece la historia, de los excesos que puede cometer un estado todopoderoso, que es difícil entender como, aun, encontramos tantos aduladores a éste tipo de estado..
Contrariamente a lo que muchos creen, debilitar la propiedad privada no trae riqueza, la destruye, generaliza la miseria y aumenta las arbitrariedades del poder.
La espontaneidad social será combatida por el gobierno boliviano, como lo es en la actualidad en Cuba. La represión estará a la orden del día para mantener a los díscolos dentro del modelo.
El socialismo del siglo XXI, como lo llaman varios líderes latinoamericanos, es una construcción pretendida pero imposible de llevar a la práctica, por eso donde se ha intentado aplicar ha llevado al totalitarismo, se ha cobrado muchas víctimas y las cárceles se han atiborrado de presos políticos.
Desde el Foro Social Mundial, donde se exponen propuestas alternativas al liberalismo, los presidentes de Bolivia, Ecuador y Paraguay, pretenden seguir con una ofensiva ideológica, política, y económica, en todo el mundo. El objetivo es: enfrentar a “un sistema perverso, basado en la codicia”.
Como Diego Maradona, director técnico de la selección argentina, quien cree que Hugo Chávez, presidente de Venezuela, es el pueblo -por eso apoya la enmienda constitucional que permitirá su reelección indefinida- los tres presidentes, se equivocan. El sistema que repudian, es el que permite crear la riqueza necesaria para que la gente no se muera de hambre. No hay calificativo para estos señores, que llevan, por ignorancia o metas populistas, a un final catastrófico la economía y las instituciones de sus pueblos.
Prometen la igualdad sin comprender que ésta se identifica con la justicia: todos, incluso los que gobiernan, debieran respetar las mismas leyes y ser juzgados por tribunales imparciales. Todos iguales ante la ley.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino” LUMIERE. 2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

¿Qué podemos esperar...?


Elena Valero Naráez


El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes. La presidente no cumple con el mandato constitucional No escucha a sus representados y ha maniatado la acción del Congreso. El oficialismo ejecuta las órdenes demagógicas del ejecutivo aunque las medidas afecten los intereses de todos los argentinos.
En un tratado sobre principios de economía, Murray Newton Rothbard, define como similar a toda acción basada en la coacción o la violencia porque siempre implica ganancia para uno a expensas del otro.
Cuando el ciudadano se convierte en súbdito- como somos ahora todos los argentinos- y acepta el dominio del dictador, solo elige una vez, cuando acepta la obediencia. A partir de esa decisión, las personas actúan como un factor de producción pasivo para el uso del amo.
Si el gobierno no permite el desarrollo del mercado, si le pone trabas a la actividad económica y persiste en acciones coactivas que nos llevan a aislarnos del mundo no podremos obtener los bienes necesarios para subsistir como un país desarrollado.
¿Qué opción le queda al ciudadano en ésta situación? Hacer lo mismo que el dictador y mediante una acción violenta negarse a obedecerle o seguir aceptando el trabajo forzado y obligatorio.
Ya hemos estado al borde de una guerra civil por los acontecimientos que nos llevaron a la crisis del 2001. Mal o bien, se pudo optar por la institucionalidad. Ahora los argentinos volvemos a preocuparnos por quienes nos gobiernan, representantes que no escuchan las voces cada vez más altas de sus representados.
Los empresarios relacionados con el campo se están cansando de producir para el gobierno y de no recibir respuesta a los problemas económicos que enfrentan por culpa del modelo económico y por la inclemencia del clima.
Enero y febrero son meses clave para los pagos del agro, con los ingresos de la cosecha fina –el rendimiento del trigo 80 % menos de lo normal- el productor va a optar por cancelar la deuda que tiene con, posiblemente, el que mas lo presione. Por lo general son los bancos, por ende, los contratistas, proveedores de semillas y agroquímicos, seguros etc. se quedarán fuera de la lista: se cortará la cadena de pagos. Será imprescindible, entre otras medidas, la colaboración de los bancos en la refinanciación de los créditos.
Para ejemplificar mejor la ruptura en la cadena de pagos, veamos el ejemplo de los seguros: los pagos de las pólizas de cobertura se efectúan con posterioridad a la cosecha. Si el productor no esta en condiciones económicas para poder abonar las pólizas, la compañía de seguro tampoco lo estará para indemnizar los siniestros, sequía, helada, granizo y otros.
También, se observa, que no se venden las exiguas cosechas a la espera de un reacomodamiento de los valores. A partir de allí se podrá decidir qué parte de la deuda se cancela. En la a actualidad, no se compra, no se vende, y no se paga absolutamente nada. Si no se vende los camioneros dejan de tener trabajo y así continúa el efecto “catarata” que provoca penurias a todos los sectores vinculados al campo.
La sociedad argentina, en su conjunto, se siente engañada, con los bolsillos vacíos será más difícil mantenerla amordazada. ¿Cuál será la reacción? Esperemos que triunfe el buen sentido y que todos los argentinos, incluidos quienes gobiernan, respeten el orden jurídico único medio para salvar las instituciones.
La mesa de enlace le ha enviado una carta a la presidente, se espera que sirva para que se entable un dialogo realista y superador. Nos conviene a todos que prime la razón y no la fuerza. La intolerancia y la incomprensión han dominado demasiado tiempo el discurso y las acciones del gobierno.
No estamos en un conflicto de niños peleando por un chupetín, estamos sufriendo las consecuencias de un modelo donde el gobierno exige que se cumplan las obligaciones pero deja de cumplir las suyas.
Si continúa ofreciendo soluciones parciales e intrascendentes a los graves conflictos que afectan al campo, podemos abrigar temores por el peligro que nos acerca una visión superficial de la realidad.
El país precisa que el gobierno muestre voluntad clara de solucionar los problemas: darle confianza al productor para que ponga de su parte lo que le resta. Cuando no hay plata las cosas se arreglan con confianza. Nadie querrá invertir sus últimos ahorros si cree que el gobierno le va a robar nuevamente su ganancia.
Hay que pasar la sequía, el gobierno tiene que comprometerse: tal vez con semillas a reintegrar en la cosecha, para que se pueda sembrar, fiar combustible, fertilizantes, insumos, que el productor no puede adquirir pero que son imprescindibles para lograr una buena campaña.
El pequeño y el gran productor deben seguir instalados dentro del proceso de producción. Se debe evitar que abandonen el negocio.
El país necesita de todos para que no surjan problemas sociales. Pueden ser evitados si en vez de subsidiar al consumo de heladeras y bicicletas, en el intento del incrementar artificialmente la demanda, se encara una política que mejore los mercados, la exportación, y deje de asfixiar a la gente con impuestos imposibles de pagar.
La señora presidente debe buscar la manera de que los argentinos nos reencontremos y permitir la libertad de comercio, llave para la expansión de toda la actividad económica del país.
Señora presidente, el país hace mucho que espera….

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino” LUMIERE, 2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

El gobierno argentino, un lobo feroz…


Elena Valero Naráez


Ante el rotundo fracaso que ha mostrado el rumbo económico elegido por los Kirchner, propongo una mirada hacia atrás en busca de un ejemplo que pueda ayudar a buscar respuestas a los problemas que hoy nos agobian.
Me es grato recordar que durante el gobierno del presidente Frondizi, en poco más de un año, se pudo hacer reaccionar al país y reconstruir la economía.
Mucho se le debe, a ese poco duradero milagro, al entonces Ministro de Economía y Trabajo: Álvaro Alsogaray.
El Dr. Frondizi, por pedido expreso del Ministro, le otorgó el permiso de trabajar sin interferencia alguna y elegir a todos sus colaboradores en las dos carteras.
En poco más de un año, se puso en marcha la liberación total de la economía: se le dijo adiós al control de cambios, de precios y salarios y a la vez se redujo el presupuesto nacional. No se debía gastar más de lo que se recaudaba, reducir el gasto fue una preocupación constante. Los aumentos de los precios y salarios se ajustaban según fuera la productividad de la empresa. También se fortaleció a la sociedad civil mediante el aliento que se le dio a las empresas privadas, las cuales se convirtieron en el motor del crecimiento acelerado que tuvo el país por esos años.
El controvertido Ministro, tal como le aconsejó al presidente Menem, muchos años después, provocó un shock de confianza, necesidad primordial, para que el mundo viera con buenos ojos invertir o prestar a la Argentina. Se mostró que en poco tiempo se podía, en etapas, bajarse la inflación hasta el punto de que el 113% anual llegó al cero por ciento.
Se demostró como con economía totalmente libre se podía estabilizar la moneda: algunos diarios londinenses llegaron a denominar al peso argentino:”la estrella del año”.
También el crédito regresó a la Argentina gracias a propuestas y dirigentes creíbles: se restituyó la confianza.
La crisis a la que nos lleva aceleradamente este gobierno podría ser superada como lo fue también, rápidamente, en época de Frondizi.
Debemos lograr un acuerdo político con toda la franja opositora para que el gobierno que surja, cuando las urnas permitan derrotar el modelo Kirchner, tenga ya diseñado un plan de salvataje tan efectivo como el que se implementó durante el gobierno de Frondizi o como el que le sirvió en bandeja al Gral. De Gaulle, el comité presidido por Jacques Rueff y que levantó a una Francia postrada por la Guerra Mundial. A éste último ejemplo se refería recurrentemente, el ministro Alsogaray cuando pretendía que en el 2002 se saliera de la situación de crisis con una receta perfeccionada pero similar.
El conocido artículo 40 de la constitución de 1949, nos remite a la fracasada política que los Kirchner se están esforzando por reeditar : “la importación y la exportación estarán a cargo del Estado, los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo carbón y gas y todas las fuentes de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación; los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación, y los que se hallaren en poder de particulares serán transferidos al estado mediante compra o expropiación”.
El gobierno actual, intenta, como Perón, gobernar con apoyo de corporaciones gremiales, empresarias, y aumentar las empresas del estado o asociadas. Ahora buscan capitales cuando se esmeraron en ahuyentarlos con medidas intervencionistas y estatistas. Son la antitesis de las políticas liberales que implementó el gobierno de Frondizi, las cuales, nos permitieron, entre muchos logros, autoabastecernos en petróleo. Lamentablemente, fueron dejadas de lado hasta la década del 90, cuando se intentó otra vez el cambio de orientación económica. Ante los problemas surgidos en el gobierno de “La Alianza”, la crisis política no permitió corregir errores y se viró otra vez al modelo dirigista y estatista al cual adhiere con pasión este gobierno.
Tal vez las próximas elecciones nos brinden una nueva posibilidad que lamentablemente perdimos luego del final del gobierno de De La Rua.
El motor de la lucha, esta vez, es la realidad: como tantas veces en nuestro país, nos muestra que la libre empresa, la economía de mercado es fundamental. El campo es el que está dirigiendo, como puede, la lucha por un cambio en este sentido. A pesar de la adversidad climática y de las nefastas medidas del gobierno hacia el sector, es, si ayuda un poco el clima y los precios, el único sector que podría sacarnos de la crisis y de la languidez en que se encuentra la economía..
Cuando se le permitió trabajar libremente, sin ayuda del estado, el hombre de campo se tecnificó, se puso a la altura del mundo, exportó y fue líder en mostrar que la rentabilidad es posible si el estado deja de hacer el papel de lobo feroz, comiéndose a quien le ofrece la canasta llena de alimentos.
Desde el propio gobierno, Daniel Scioli, un funcionario que se ajustó hasta ahora a las decisiones, no pudo más que reconocer, abiertamente, que “esta vez el campo tiene razón”. Ésta declaración va más allá de la crisis climática que afecta a productores agropecuarios, representa el fracaso estrepitoso de la intervención del gobierno en la economía.
No sirve tomar de nuevo chivo expiatorio a la sequía para explicar el sufrimiento de los agropecuarios, aunque se agrega al problema actual.
¿Es concebible que el gobierno en su voracidad, aplique retenciones a los granos cuando los productores no llegan ni remotamente a pagar los gastos ocasionados por la producción? A título de ejemplo: aquellos campos que normalmente producen 4000 kilos de trigo por hectárea, este año, han producido 500 0 600 kilos.
Si queremos salir adelante, necesitamos que el gobierno se decida a dejarnos invertir y trabajar, eliminando todas las trabas que nos lo impiden, entre las que se cuentan las regulaciones y retenciones al campo, entre otra montaña de impuestos que debilitan cada vez más las ganancias de los argentinos.
El ciudadano común, puede encontrar en las boletas de servicios, que en muchos casos, es mayor la proporción de impuestos que el importe del servicio en sí.
Pronto le va a tocar subirse al podio a la oposición, es un año electoral. Esperemos que los discursos no muestren a ningún partido deseando volver a reeditar un modelo gastado que lleva al fracaso de la economía y deteriora, no solamente a sus promotores, también, irremediablemente, al sistema democrático.

Elena Valero Narváez. (Autora del “El crepúsculo argentino”. LUMIERE.2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

A Pilar Rahola

Amenazas?
Estimada Pilar: Admiro tu locuacidad, tu soltura, que molesta e irrita a quienes no pueden refutar tus denuncias y argumentos que desnudan a regímenes autoritarios y totalitarios.
Me dicen que exaltados y anónimos personajes pretenden callarte con hediondas amenazas.
¿No saben que cuanto más quieran intimidarte, más fuerte y sentida será tu voz?
¿No saben que ni la muerte podrá acallarla porque declama el mensaje de todos los que honramos la libertad y la democracia?
Te abraza,
Elena Valero Narváez

¿Cómo saldremos de la crisis “made in Kirchner”?

por Elena Valero Narváez

La presidente dice que quiere proteger a las personas con menos recursos, es por eso, que el sector agropecuario tuvo que entregar vía retenciones y otros impuestos, gran parte de su ganancia. Además continuará, según se observa, siendo perseguido por el gobierno.
No me explico cómo se hará para continuar con la política distributiva si el sector qué más pronto podría sacarnos de la crisis está diezmado por el clima, y por políticas que obstruyen el comercio. Los arrendatarios devolverán los campos a sus propietarios por falta de rentabilidad. Hay un defasaje entre labores y lo que producen con el valor de los insumos. No pueden afrontar gastos comerciales de la presente campaña y quedar nuevamente colocados para iniciar una segunda. Y, la ganadería, muestra que una vaca flaca como las comunes en muchas zonas del campo argentino, vale 330 pesos. Es el precio que se pagó en los remates de los pasados días. En la carnicería, el kilo de carne buena, supera los 20 pesos.
Si observamos a la Argentina de hoy, vemos que cada vez la economía funciona peor. ¿Qué pasará cuando aumente el índice de desocupación y la gente no encuentre trabajo?
¿Cómo pagarán salarios los empresarios si la CGT no aceptará el límite del 13, 5 % en los aumentos, como pide la presidente, y la producción y la productividad disminuyen por la crisis internacional y la “made in K”? ¿Arreglarán con los dirigentes sindicales?
¿Podrán explicarle a Moyano y compañía que no hay con qué aumentar ni cómo mantener a todos los trabajadores en sus puestos de trabajo? ¿Se reunirán estos sindicalistas con los empresarios, como hacen en otros países, para discutir amigablemente la manera de producir más y así poder mantener o crear nuevos puestos de trabajo?
¿Cómo ayudará el gobierno intervencionista que tenemos a la pequeña empresa, si tiene poca capacidad de maniobra para reaccionar ante la crisis y ante la coacción de los sindicatos? ¿Quién les hará entender que hay falta de congruencia entre lo que piden y los recursos con que se cuenta para satisfacerlos?
¿Qué pasará con el tipo de cambio, las tasas de interés, los precios, y el crédito?
Si se necesita como el agua exportar para sobrellevar la crisis ¿qué haremos si las reglamentaciones no las permiten y los precios bajan?
¿Con qué recursos se afrontarán los reclamos de pago de los acreedores?
¿Aguantarán las provincias la servidumbre que les impone el gobierno? ¿Por qué no se les permite el manejo de sus recursos y con ello el poder de decisión para proveerse por si mismas el progreso económico que pretenden?
¿Quién obligará al matrimonio gobernante a cumplir con la exigencia de la gente de volver al orden jurídico y a la administración de justicia si ellos son los primeros en violar las normas y obligan a los jueces a actuar de acuerdo a las sugerencias del poder ejecutivo?
La manía de centralizar el poder que muestran los Kirchner resalta la meta que tiene el matrimonio: decidir personalmente sobre casi todos los asuntos de la República.. ¡Así nos va con las reglamentaciones y planes antiproductivos oficiales!
De lo que parece que no se habla en la alcoba presidencial -donde dicen que se tejen y destejen las políticas de gobierno- es de estimular la inversión, el crecimiento del país y de eliminar al estado de las funciones que no le corresponden.
¿Por qué surgen tantas preguntas? Porque se impuso el modelo dirigista. Se intenta regimentar la vida económica con normas que impiden el funcionamiento libre de los mercados. Desde controles de cambio, políticas de precios y salarios, cuotas y permisos para importar, hasta controles a las operaciones bancarias, a las empresas, a la utilización de la energía y a muchas otras actividades. Todo, en aras de adquirir el poder político suficiente para dominar la actividad empresaria en su conjunto y de ese modo dirigir el país como si fuera una propiedad personal.
No hay demagogia que oculte al ciudadano argentino que este sistema es el responsable del despilfarro, de los impuestos excesivos, del aumento de empresas ligadas al estado por concesiones y privilegios.
No hay que leer libros para saber que la economía planificada genera más pobres, inflación, desordenes sociales, tenemos la experiencia que nos dio el haber sufrido en el pasado, por muchos años, sus consecuencias.
Veamos el éxito que obtiene planificar la economía desde el estado. A principios de diciembre la presidente, con bombos y platillos, anunció planes para incentivar el consumo. Se iba a poder comprar automóviles a precios reducidos, heladeras baratas, canjeables por la que se tenían en casa, la gente se iría de vacaciones porque podría acceder a créditos blandos, la idea era fomentar el turismo.
Las promesas fueron hechas antes de que el gobierno hablara con los comerciantes y empresarios con el fin de llegar a un acuerdo beneficioso para todos.
Muchas personas salieron, prontamente, a buscar el beneficio anunciado por Cristina Kirchner, pero, en los negocios faltaban las heladeras, los autos baratos no existían al precio prometido por el gobierno: una vez más los anuncios de la Sra. K, no coincidían con la realidad. Para colmo, parece que hubo un período de espera adicional porque no se llevan muy bien el Sr. Moreno y Débora Georgi, la ministro, quien hace unos días fue sermoneada públicamente por la impaciente presidente.
Las empresas están trabajando sin descanso para poder cumplir lo más brevemente posible con las promesas presidenciales.
Lavarropas, calefones y termotanques también se podrán canjear como las heladeras: es la última promesa de Cristina. Ya estarán corriendo los empresarios a fabricar el stock necesario porque a pesar de las declaraciones ellos no fueron avisados.
Fuera de éste realismo mágico al que ya nos ha acostumbrado el gobierno, hay algo que es verdad y se lo debemos reconocer a los Kirchner: No consultan a la mesa de enlace del campo, ni con los empresarios y comerciantes. Tampoco con la oposición. ¿Para qué, si no importa lo que digan? Todo lo resuelven de antemano, desprecian los derechos individuales, confiscan y deciden en nombre de los derechos de la sociedad a la cual manejan a su antojo sin respetar las instituciones.
Están dificultando la acción a los empresarios quienes deberían ser los que saquen al país de la crisis, no el gobierno. La actividad empresaria necesita políticas que favorezcan las inversiones, fuente de crecimiento y de puestos de trabajo, mediante la desburocratización y el desregulamiento de la economía.
La oposición tiene que jugar un gran papel, no quedarse en la crítica solamente: pensar cómo se arreglarán los problemas que nos dejará éste gobierno cuando termine el mandato, buscar soluciones y preocuparse por saber de dónde saldrán los recursos para alcanzarlas.
Habrá que volver a darle prioridad a la actividad privada, desbaratar el modelo estatista y dirigista.
Lamentablemente para los argentinos, en vez de hacerse rica la sociedad, se esta haciendo rico el estado.

Elena Valero Narváez (Autora de “El Crepúsculo Argentino”.LUMIERE.2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

El aniversario de la revolución Cubana

por Elena Valero Narváez

Varios periodistas han transmitido desde Cuba por el “festejo” del medio siglo de existencia del régimen totalitario cubano.
Es increíble que personas consideradas y respetadas por la opinión pública, como es el caso de Víctor Hugo Morales y Raúl Portal, se sientan tan atraídos por el régimen que tiene numerosos presos políticos. Portal, incluso, pide una revisión en la opinión de los argentinos hacia Cuba. Viaja gratis, es amigo de funcionarios del régimen e incluso se trae perritos callejeros a la Argentina en acto de encomiable misericordia.
Víctor Hugo alabó por la radio la tranquilidad que destila Cuba por tener tan pocos autos por habitante, entre otros cumplidos dignos de pertenecer al diccionario del “intelectual progresista latinoamericano”. Le escuché decir que al tener asegurada la educación, la alimentación y al pertenecer todo al estado eran más calmos, (recuerdo al empleado público tan bien caracterizado por Antonio Gasalla) se tomaban su tiempo y eran mucho mas sobrios en el consumo que los argentinos.
Ninguno dijo a los oyentes que Cuba es un régimen totalitario ni que la revolución cubana muestra su fracaso. No les oí una palabra sobre Hilda Molina y sobre los presos políticos que se están muriendo en prisión por opinar distinto. El señor Portal se preocupa por los perritos, pero, no hace fuerza por divulgar la situación del opositor en Cuba.
Tampoco explicaron a la gente que el 10 por ciento de la población huyó al exilio, ni el peligro de muerte que corren los balseros desesperados por alcanzar la libertad.
No revelan, estos honorables periodistas, las consecuencias que trajeron las draconianas nacionalizaciones de las compañías de teléfono, de electricidad, de las refinerías de petróleo: el 90 por ciento de la propiedad con la revolución pasó a manos estatales. Fidel, prohibió cualquier tipo de iniciativa individual por ello miles de personas se vieron afectadas, perdieron sus bienes y negocios. Tampoco recuerdan que Castro aprobó la invasión soviética que acabó con la “primavera de Praga” para convencer a Brezhnev que Cuba apoyaba incondicionalmente a la URSS.
Desconocen, que en 1959, Cuba tenía una dirigencia empresarial capaz, mano de obra especializada, la mayoría de la población gozaba de prosperidad económica y una activa clase media que ante la política que implementó Fidel se radicó en EEUU. Desde 1961, Cuba, vive con un rígido racionamiento. Estatizar, militarizar, fidelizar fue la estrategia revolucionaria.
Tampoco informan, a sus oyentes de la radio, cuando hablan de educación, -admirados porque los cubanos saben leer- que todo debe servir al poder: la prensa, los libros, el arte están controlados, el partido piensa por los cubanos. Hay analfabetismo de discusión y crítica, como bien dijo Carlos Franqui, ex director de Radio Rebelde, uno de los tantos desilusionados de la revolución cubana.
El famoso personaje que es parte de tantas camisetas, el Che, creía como los comunistas en una centralización extrema que terminara con la propiedad privada. Pensaba que desde el poder podrían construir un régimen socialista y destruir el capitalismo. El admirado “Che” persiguió al igual que los hermanos Castro, tanto a amigos de la Revolución como a opositores, homosexuales, escritores y personas que querían abandonar el país. No hay duda que lo saben Hugo Y Raúl, entonces ¿por qué no lo expresan en voz alta?
Estos periodistas, como tantos otros, olvidan y justifican con el silencio los crímenes de Castro y Guevara, quienes prometieron, en el comienzo de la Revolución, libertad y democracia, por eso fue apoyada por los cubanos. Hoy, en Cuba, no hay nada esplendoroso, sólo represión, una sociedad pobre y militarizada, donde los sueldos son bajísimos y sólo alcanzan para la subsistencia, la revolución se autodestruyó.
Durante años se observó a la URSS con una mirada idealizada. Escritores, actores, poetas, estudiantes, políticos, han puesto velos a la realidad como lo hacen aún con los resultados de la revolución castrista. No importa que el gobierno cubano esté dirigido por lideres que desprecian el sistema democrático y que tratan de forzar a la historia para que se comporte según sus deseos y que la fuerza sea el ingrediente principal para lograrlo.
Modelos semejantes se implantaron en la URSS, en China comunista y en todos los regímenes totalitarios. Lenin, fue el creador del primer totalitarismo y también de sus instrumentos de dominación, incluido, el terror masivo. Mao, intentó aplicar la teoría marxista-leninista a las situaciones concretas de China y Hitler, con insistencia revolucionaria, impuso la doctrina nacional-socialista.
Es lamentable que personas como Portal o Morales, sean ciegos a la comparación de Corea del Norte con Corea del Sur, de Puerto Rico con la isla de Cuba. No observan los adelantos de China luego de implementar políticas económicas liberales y silencian el atraso de Cuba cuya población se desespera por lo más elemental.
Los regímenes totalitarios que han surgido en el siglo XX, con el desarrollo de la tecnología y los movimientos de masa, han hecho posible que el Estado pueda controlar el poder económico y todas las fuerzas sociales: los sindicatos, el ejército, la educación, el trabajo, la ley, la burocracia política, el arte y la ciencia. Una verdadera desgracia que aún padece Cuba. Allí no hay derecho que valga más que los deseos de la burocracia estatal dominante. No creo que sea muy agradable vivir bajo la dominación de semejante monstruo..
Los admiradores argentinos de la revolución debieran leer a Juan B. Justo. El fundador del Partido Socialista decía: “Quien menos impone su persona, más impone sus ideas”. El creía que había que saber más que Marx, por eso refutó al materialismo histórico y a la dictadura del proletariado. Descartó la vía revolucionaria, la barricada, la guerra de clases. La democracia fue siempre parte de la definición de su partido, todo afiliado podía elegir y ser elegido mediante voto secreto. Fue un defensor del libre cambio y se atrevió en 1890 a proponer en vez de una revolución, la propuesta de Leandro Alem, una huelga de contribuyentes municipales A éste tipo de hombre deberían hacerle un homenaje en vez de aceptar, con muy poca crítica, a los responsables del subdesarrollo cubano.
No hay posibilidad de un futuro venturoso para Cuba si continua siendo un espantoso despotismo. El mundo democrático tiene la culpa del sufrimiento de los opositores cubanos: el que es complaciente con gobernantes totalitarios es cómplice.

Elena Valero Narváez. Autora de “El Crepúsculo Argentino”. LUMIERE.2006
evaleronarvaez@hotmail.com