El buen fracaso de Copenhague


Por Guy Sorman (ABC, 26/12/09)


En Copenhague, nos hemos librado por los pelos: un acuerdo vinculante sobre la energía nos habría sumido en el caos. Pero al borde del abismo, el sentido común salió victorioso frente a la ideología del calentamiento. A la mayoría de los participantes les vienen bien las circunstancias del fracaso: los occidentales pueden culpar a China y a India, lo que exime a los gobiernos de toda responsabilidad. En su fuero interno, un gran número de dirigentes estadounidenses y europeos deben alegrarse por este no-acuerdo, ya que muchos no creen en el calentamiento global y un acuerdo vinculante habría sido una especie de suicidio industrial para el mundo occidental. Y los indios y los chinos podrán proseguir su desarrollo, el cual exige, de acuerdo con el estado actual de sus recursos, el consumo de carbono. Recordemos que, sin el carbón, la humanidad se encontraría todavía en la edad de piedra.
¿Quiénes son los perdedores de Copenhague? La inmensa burocracia que lleva aparejada la ideología del calentamiento verá que se reducen sus créditos; lástima por ella que soñaba con una ONU del medio ambiente que concediera prebendas. Otras víctimas: el bando de los ideólogos y de los activistas anticapitalistas que se habían reciclado en ecologistas profundos. El golpe de Estado de estos antiguos rojos disfrazados de verdes ha fracasado. También es una ocasión perdida para los jefes de Estado cleptócratas que reclamaban compensaciones financieras en nombre de la Justicia climática: en Copenhague, el tercer mundo intentó reciclarse en ideólogo del calentamiento de la misma manera que los anticapitalistas lo hicieron en amigos de la Naturaleza. Doble fracaso para una doble impostura.
Pero ¿sobrevivirán la Naturaleza y nuestra madre Tierra al fracaso de Copenhague? ¿No debía esta reunión de jefes de Estado salvar al planeta? ¿No se trataba del último límite a la locura humana? ¿Transmitiremos «una bola de fuego» a las generaciones venideras? Volvamos al terreno del conocimiento y de la moral. La moral primero: las civilizaciones se basan en el dominio de la Naturaleza al servicio del Hombre y no al contrario. La ideología del calentamiento llevada al extremo es una subversión del orden occidental, una negación de la herencia grecorromana y judeocristiana: un neo-paganismo cuyos sacerdotes serían los ecologistas. Es comprensible que algunos jefes de Estado se dejen tentar por esta retórica que les permitiría dictar los buenos comportamientos y la moral justa: es más cómodo servir a la Naturaleza que no dice nada que a los pueblos exigentes. Por lo tanto, el fracaso de Copenhague es un chollo para la democracia y también un chollo para la Ciencia.
Hasta Copenhague, en efecto, había que creer que reinaba un consenso sobre el calentamiento climático: pero, ¿qué es un consenso que no comparten ni los chinos ni los indios? En realidad, los investigadores occidentales también están perplejos: el Climagate lo puso de manifiesto poco antes de Copenhague. Recordemos que la divulgación de correos electrónicos enviados por los climatólogos del Climate Research Unit de West Anglia revelaba la manera en que los defensores de la teoría del calentamiento manipulaban sus pruebas e impedían que los escépticos y los disidentes publicaran sus trabajos. De repente, sale a la luz que el GIEC, la organización de la ONU que apoya la ideología del calentamiento, es menos la consecuencia de un consenso científico que de un complot político para que se crea en el consenso. En ese complot, los gobiernos de los países pobres, debido a la ventaja que les da su número, han utilizado la mala conciencia permanente de Occidente: África, víctima del imperialismo, también lo es ahora del calentamiento mundial. Por lo tanto, habría que indemnizarla antes que desarrollarla: un razonamiento del cual son víctimas, desde hace 50 años, los pueblos africanos.
Una vez que se bajó el telón y que se acabó el espectáculo (eso esperamos), volvamos al principio de realidad: diferenciemos, en la controversia, lo que sabemos de lo que ignoramos y así obtendremos un buen comportamiento, una verdadera ciencia y una buena economía.
No cabe ninguna duda de que el clima se calienta, con lentitud, como ha ocurrido varias veces en la historia contemporánea. Pero no sabemos a ciencia cierta si la industrialización y el dióxido de carbono causan o no ese calentamiento. La hipótesis del calentamiento por el CO2 no se basa -contrariamente a lo que nos quieren hacer creer los ideólogos del calentamiento- en ningún hecho probado: sólo se basa en modelos teóricos. Si tiene que haber calentamiento, para la humanidad sería, como en el pasado, tanto beneficioso (para el sector agrario en particular) como perjudicial (enfermedades tropicales, inundaciones). Por lo tanto, conviene preguntarse si es mejor contener el calentamiento o si es mejor, en el futuro, luchar contra sus consecuencias. En pocas palabras, ¿se debería frenar el crecimiento industrial por un riesgo lejano o aleatorio? ¿O se debería continuar el crecimiento, dotándose de medios adicionales para, si se diera el caso, contrarrestar los inconvenientes del calentamiento? Antes de Copenhague, sólo oíamos el discurso predominante de la escuela catastrofista. Después de Copenhague, sería deseable el reequilibrio de los discursos y de las políticas en beneficio de los progresistas: ellos dicen sí al desarrollo para afrontar mejor los posibles riesgos. En esta escuela progresista, hay que distinguir a los negacionistas y a los escépticos. Los negacionistas niegan el calentamiento por completo o consideran que ya habrá tiempo de ocuparse de él cuando sea un hecho comprobado. El progresista escéptico -tendencia en la que me veo reflejado- es partidario de una vía intermedia y del principio de precaución. Por lo tanto, nos plantearemos que el dióxido de carbono, aunque no estemos seguros de ello, puede contribuir al calentamiento y que éste podría acarrear peligros nuevos que quizás no sepamos controlar (como por ejemplo las pandemias virales).
Por consiguiente, en nombre del progresismo, la diversificación de las fuentes de energía es en sí misma un procedimiento deseable: aportaría también una serie de ventajas estratégicas mediante la disminución de la dependencia de las fuentes inestables. Para impulsar esta diversificación de las fuentes de energía, existe un verdadero consenso entre los economistas a favor de un impuesto sobre el carbono, con la condición de que no sea elevado, de que sustituya al resto de impuestos sobre la producción y de que sea universal. El riesgo que conlleva este impuesto es que algunos gobiernos lo usen para prohibir las importaciones de los países que no lo apliquen. Por lo tanto, convendría definir el equilibrio justo entre el libre intercambio que beneficia a todo el mundo y la diversificación de las fuentes de energía que también beneficia a todo el mundo, si se cree en el calentamiento. Asimismo, convendría que las subvenciones absurdas a las manías ecológicas sin mucho futuro parecidas a unos molinos de viento, no impidieran la búsqueda de nuevas energías.
De acuerdo con estas bases plenamente objetivas, sería posible y deseable que se establecieran un diálogo en las naciones y entre ellas a fin de conseguir unas estrategias y unos acuerdos viables. Esto es menos llamativo que Salvar el Planeta, pero podría, al menos, mejorar la condición humana.

El problema de las empresas en la Argentina


Elena Valero Naráez


Los conflictos que se suceden en las empresas privadas que operan en la Argentina, están ligadas a las decisiones últimas del gobierno porque no hay emprendimiento que deje de depender de los antojos kirchneristas o de la falta de seguridad ante las presiones sindicales de diferente signo.

La empresa Kraft, que opera con éxito en 140 países del mundo debió sufrir 2 meses de conflicto donde no faltó la violencia , la intervención policial y los cortes de ruta, todo ligado al despido de 150 trabajadores, a presiones sindicales y a un grupo de inadaptados que se creyeron los dueños de la fábrica.

Por otra parte, “La Serenísima” es la última de las empresas que esta siendo afectada por la política actual del gobierno. Se presumía que se le tenía destinado un comprador, de esos fieles amigos de los Kirchner. Parece que podrán resistir, a pesar de las dificultades en el abastecimiento de materias primas producto de las retenciones móviles, entre otros problemas.

La coacción sobre las empresas acabará solamente cuando un nuevo gobierno se decida a cambiar la orientación económica y el estado asuma como le corresponde el monopolio de la fuerza para hacer cumplir las leyes que impidan los atropellos permitiendo negociaciones lógicas y pacíficas entre empresarios y trabajadores. La libertad sindical es condición necesaria para que ello ocurra.

Por otro lado, los privilegios a empresarios, amigos del poder, alientan empresas antieconómicas -como es el caso de Aerolíneas- o crean otras surgidas en la mente de funcionarios estatales con desfavorables consecuencias.

Debe lograrse un acuerdo general que incluya a políticos y empresarios para reestablecer y hacer durable un marco donde las empresas se puedan mover libremente sin la interferencia constante del gobierno y así se vuelva a dar impulso a la iniciativa individual, la competencia y a todo lo que constituye el fundamento de una economía libre. Hay que librar a la economía como a la política del yugo entorpecedor de un gobierno estatista y dirigista.

Nos debemos una decisión fundamental, imitando a los países exitosos: ir hacia la libertad de comercio, hacia una economía decididamente liberal, permitir que se desarrolle sin la planificación que otorga un tratamiento especial a las empresas que, según sea el juicio interesado del gobierno, lo merecen. Es fundamental, dejar de politizar el proceso económico dando privilegios y prebendas a unas y hundiendo a otras según lo decida la omnipotencia de la burocracia estatal.

Preocupa, escuchar a líderes políticos, religiosos y empresarios, por la confusión de ideas que trasuntan sus discursos. Vuelven a repetir que con “la democracia se come”. No aprovechan las tribunas que le brinda la gente para defender ideas opuestas a las del matrimonio “K”. Critican la personalidad de quienes nos gobiernan pero olvidan aclarar las causas de la crisis que nos afecta en lo político, en lo económico y en lo cultural.

El constante mensaje del gobierno destinado a poner debajo de la alfombra sus errores, ha demonizado la década del 90 con rotundo éxito. Se quejaron Aníbal Fernández y otros funcionarios, en estos días, por los buenos datos que dio el funcionario enviado por el presidente de EEUU, sobre las inversiones que llegaron en ése período.

El odio al peronismo, que aún perdura en buena parte de la sociedad, ayuda a que no trascienda un análisis ecuánime sobre el gobierno menemista. Es por eso que, nadie se anima a reclamar una política capitalista, ni a hablar de mercado por temor a disminuir el caudal electoral. Liberales, por el mismo motivo, padecen de ceguera voluntaria. Así no podemos aprender del pasado. Hoy se nos acota la libertad de expresión y no se recuerda la importancia que tuvo la privatización de los canales de TV. Importa más la critica personal a María Julia Alzogaray que su excelente gestión en la privatización del monstruo ENTEL que permitió a los argentinos comunicarnos entre ellos y con el mundo. Nadie parece recordar lo que significó la privatización de Y.P.F. Nos preocupamos por los posibles cortes de energía y silenciamos la desregulación e inversiones en el sector que se hicieron en los 90. Estamos en el mundo del revés.

En esa década se intentó una experiencia extraordinaria en un país donde las ideas nacional-socialistas han perdurado por décadas. Se dio vuelta, como una media, el modelo del peronismo ortodoxo que ahora intenta reimplantar Néstor Kirchner y que produjo las mismas consecuencias. El ex presidente Menem y su equipo, que incluyó funcionarios extrapartidarios, mostrando una increíble apertura política, encaró un cambio de modelo orientado hacia la economía de mercado como arma fundamental para dar solución a los graves problemas sociales y económicos que encontró al asumir con anticipación la presidencia de la Nación.

Fue una desgracia para el país que los gobiernos posteriores apoyados por dirigentes políticos y empresarios no le dieran continuidad a esa política, corrigiendo los errores pero manteniendo el rumbo. Hubiera permitido acostumbrar a la gente a los beneficios que trajo en Chile una política similar.

Durante su gobierno, Carlos S. Menem combatió la corrupción estructural que significaban las empresas del estado, entre uno de sus más importantes logros. Atrajo capitales de todo el mundo y el modelo de orientación liberal permitió que se tecnificaran las empresas nacionales y extranjeras.

La recuperación, como sucede en Chile, no dependió de dádivas sino de la creatividad, del esfuerzo de la gente y de la libertad económica.

Creo que contrariamente a lo que creen muchos asesores de los líderes de la oposición, no es solamente con la crítica a la personalidad del matrimonio que nos gobierna y de sus ministros que tendrán la aceptación del electorado. Necesitamos lideres que se jueguen ahora y que defiendan las políticas que dieron fruto en nuestro país, en Uruguay, Chile, Colombia, Brasil, y que pregonen a los cuatro vientos para que no solo llegue a los argentinos sino a los inversores de todo el mundo, que se cambiarán las reglas de juego que utilizan los Kirchner, y se respetara la Constitución. Eso incluye dar marcha atrás con lo que se hizo mal en este gobierno.

La oposición tiene que asegurar que se honrarán los contratos, que se protegerá tanto el capital nacional como el extranjero y que la política de respeto a la propiedad privada y a la iniciativa individual, se mantendrá aunque cambien los gobiernos. Esto permitiría el shock de confianza que puede abrir el camino a la recuperación, la cual, no se puede lograr interviniendo en la actividad económica, implantando controles, anulando contratos, gastando muy por arriba de los ingresos genuinos como lo esta haciendo el gobierno actual. Se está hipotecando la confianza del mundo en nosotros, quienes, observamos azorados, como el ahorro de otros países y el nuestro están haciendo crecer a países emergentes dejando de lado a la Argentina.

El sombrío panorama se completa con el avasallamiento a la justicia por parte del gobierno de Cristina Kirchner. Mientras se deteriora la calidad institucional y la calidad de vida de los argentinos, Chile, donde perdura la orientación liberal de la economía, fue recientemente invitado a integrar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Los 30 países que la integran, representan el 70 % del mercado mundial.

¿Hasta cuando vamos a mirar hacia otro lado?

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

Primer vuelo del Boeing 787 Dreamliner


Roberto Cook


El 15 de diciembre de 2009 resultó un día especial en la historia de la aviación.

El Boeing 787 dreamliner hizo su primer vuelo.

La singularidad de este hecho, reside en las características de esta aeronave.

Se trata de la primera unidad para uso comercial diseñada y construida con estructura de fibras de carbono, material que ya había sido utilizado antes (por Boeing en su B-777 y por otros fabricantes) en partes menores de sus aviones, pero nunca en su estructura principal.

Para evaluar el significado de este diseño consideremos que, cada avión comercial nuevo del último medio siglo, tuvo alguna superioridad sobre sus competidores contemporáneos, en su eficiencia o costo operativo, del orden del uno al cinco por ciento.

En este caso, todo parece indicar que la mejora de esta esbelta aeronave sobre las actuales máquinas en servicio, será del orden del 20%, tomando en cuenta el costo por pasajero-Km.
A semejante orden de magnitud, que cambiará la ecuación económica de las aerolíneas a medida que las vayan incorporando, deben agregarse otras singularidades.

- Es 20% menos contaminante, tiene 45% más de capacidad de carga y es 50% más silencioso que sus pares.

- La estructura de fibra de carbono no sufre corrosión, por lo que no será más necesario mantener baja la humedad interior de los aviones para proteger las partes inaccesibles, pudiendo elevarse de 20% a 50% con mejor confort de los pasajeros que evitarán así, la sequedad de vías respiratorias frecuente en los vuelos actuales.

- La presión interior de la cabina, que actualmente se mantiene en el equivalente a una altura de 3200 metros, podrá mantenerse a una presión equivalente a los 2400 metros, con lo que desaparecen las molestias en los oídos tan frecuentes en los vuelos actuales.

El vuelo experimental partió de Paine Field en la planta de Boeing Everett, se desarrolló probando dispositivos y parámetros durante cuatro horas, y aterrizó en Boeing Field al Sur de Seattle.

El plan de pruebas y homologaciones incluye seis unidades que volarán durante un año certificando sus parámetros ante la Administración Federal de Aviación de EEUU (FAA), y hacia fin de 2010 se programa la entrada en servicio comercial de la primera unidad en All Nippon Airways.

Esta familia de aviones bimotores llevará entre 210 y 330 pasajeros en distancias medias y largas.
Además de la planta de Everett, Boeing construye otra terminal en Carolina del Sur, para aumentar el ritmo de entregas, pues antes de este primer vuelo, ya llevan vendidas 860 unidades, todo un record mundial sin precedentes.

Esperamos que el éxito acompañe a esta acción de progreso científico y tecnológico.

Ing Roberto Cook
Autor de “La Evolución de las Ideas

Depende de los que respetamos el Preámbulo…


Elena Valero Naráez


Fue interesante escuchar argumentar a los legisladores: la lucha “anti K”, ayudó a que se estudiaran los temas a tratar y la unión sirvió para demostrar que juntos pueden más. Aún así, cinco comisiones fundamentales para mantener el poder de los Kirchner quedaron en sus manos: Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales, Peticiones, Juicio Político y Seguimiento de los DNU. A ello se le suman algunos opositores con ideas similares a las del Gobierno y, otros que responden a los beneficios que sabe ofrecer Néstor Kirchner.
De todas maneras con mirada optimista se puede decir que comienza una etapa en la que se intentará, con la unión de casi toda la oposición, reconstruir la institucionalidad, aunque sea de a poco. Esto permitirá allanar el camino a quien gobierne después del matrimonio Kirchner y dará una luz de esperanza a quienes esperan un cambio que permita realizar proyectos de mucha inversión.
Reglas claras y perdurables son imprescindibles para comenzar a pensar en cualquier emprendimiento viable en nuestro país. Sería un buen comienzo, arreglar el Consejo de la Magistratura, el INDEC, y que los representantes de la Justicia se animen a respetar y a hacer respetar las leyes de la República sin el temor que hasta ahora se los ha impedido. Por lo menos se deben abandonar las trabas que ha puesto Kirchner a las instituciones democráticas. Lo demás vendrá por añadidura, acompañado por la presión social. Ya no se aguantan las consecuencias nefastas que ha traído la política de este gobierno.
La desesperación de los Kirchner, al verse abandonados por el electorado, les ha hecho dirigir su acción a fortalecer el poder a toda costa. Saben que sin consenso no podrán mantenerse por vía democrática, salvo que la vicien con métodos mafiosos.
Sin embargo, basta ver las imágenes que nos muestra la televisión, todos los días, para saber que la gente no da más, que falta una chispa para que salgan a la calle y le suelten definitivamente la mano a la Presidente y a sus Ministros.
El Gobierno desmiente hechos que la realidad muestra en imágenes diariamente: según declaraciones de los funcionarios la inseguridad no es tal como se dice, la inflación no se menciona aunque está ligada a las compras diarias que hacen los argentinos. La salud les preocupa cuando aparece la estación de la gripe o la del dengue pero no hay una política general que atienda las causas y morigere los efectos.
Aparecen temas escandalosos que presentan en sociedad mafias de medicamentos y corrupción, aunque solamente se involucra a personas abandonadas de la protección K, mientras se esconden delitos de los que están cerca del gobierno. Las Leyes y la Justicia no son iguales para todos: no alcanzan al enriquecimiento ilícito de los miembros del gobierno y sus amigos. Con seguridad, podrán caminar libremente cuando se alejen del gobierno, gracias a jueces amigos que convertirán en “bien habido” el millonario patrimonio de Cristina y su marido como, así también, el de Moyano y otros amigos del Poder.
Resulta imprescindible que la oposición, desde el Congreso, no mire impasible el avance del Gobierno sobre los derechos civiles, evitando los procedimientos policiales que usa con la ayuda de grupos civiles, los cuales, a manera de milicias populares, están a sus órdenes pudiendo causar, en cualquier momento, daños irreparables. Tienen que detener, aunque no coincidan en todo, al menos la destrucción de la institucionalidad y la estabilidad democrática, en peligro por la política kirchnerista: se está destrozando el orden económico y la paz social.
No es la oposición, como dice el Gobierno, la que desestabiliza criticando e impidiendo sus desmanes, por el contrario, reconocida por la Constitución es su deber controlar al gobierno y proponer políticas alternativas.
Evidentemente, la solución a los problemas que nos aquejan debe ser de signo liberal. Recordemos que el liberalismo comenzó luchando contra el poder absoluto, contra el poder arbitrario del monarca y la sumisión absoluta del ciudadano al gobierno.
Es por eso que hoy tenemos que salir en la próxima manifestación organizada por las entidades rurales, otra vez a la calle, todos, para no desperdiciar el esfuerzo. Debemos demostrar que vamos a resistir, como la Constitución manda, a un gobierno dictatorial que se ha llevado por delante las instituciones, al incentivar, por coacción, la cooperación obligatoria a parlamentarios, empresarios, políticos, y ciudadanos.
En algo todos los opositores estamos de acuerdo: en mantener el sistema democrático para permitir consensos revocables y vivir en un clima pacífico donde los conflictos se diriman en libertad.
Los avances del Gobierno sobre la libertad de prensa han colmado la paciencia porque, apropiándose de la información, afectan el derecho de los argentinos a saber si los actos de gobierno agreden la seguridad y libertad de los ciudadanos. Contribuye a distorsionar la percepción de la realidad para servir a sus propósitos hegemónicos.
Es hora de que dejemos de lado el nacionalismo populista implantado por los K: no necesitamos caudillos que representen a las masas populares, ni independencia económica, ni política exterior independiente, ni en nombre de una sociedad justa, aguantarnos un régimen corporativo implantado por gobiernos populistas. Ya aprendimos, los que gustamos de la historia, que ese tipo de gobierno no acepta la modernidad ni el proceso abierto de globalización donde los países son interdependientes. Va contra la espontaneidad social, por eso necesita ser autoritario y avanzar sobre la esfera privada de las personas.
Depende de los que respetamos el preámbulo de la Constitución, que los valores allí enunciados, vuelvan a tener vigencia. Defendamos, antes de que sea tarde, la libertad individual contra la coacción del Estado.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

Plegaria en letra de tango

José Isaacson (La Nación, 1990)

Esta costumbre de estar con vos
ausente,
y conversarte.
En la ciudad de enloquecido asfalto,
esa costumbre tengo,
parecida a un bandoneón clamando
en un anónimo atardecer
de barrio.
Emergiendo desde alguna ventana que el recuerdo entreabre,
esta costumbre de buscarte,
aún ausente, aún distante
aquí,
por esas calles queridas
a pesar de todo, a pesar
del lodo,
a pesar de tanta vida
fragmentada y perdida.
Esta costumbre de estar con vos,
presentida presencia tan lejana,
reitero,
cada día como un ritual me da el sentido ignorado y perseguido.
En el entrecruce
de una esquina cualquiera, pero mia,
la sombra se ilumina
y toda la ciudad advierte
esta costumbre de estar con vos,
ausente,
y conversarte.