Dime con quien andas…


Elena Valero Naráez


Ante la profundización de la dictadura de Hugo Chávez y la reciente estatización de empresas argentinas, controladas por el grupo argentino Techint, nos preocupa a los argentinos que nuestros gobernantes sigan enamorados del modelo venezolano.
Hasta los empresarios que están cerca del gobierno, como es el caso de Eskenazi, del grupo Peterson e YPF, alertaron sobre la invasora actitud del gobierno de Hugo Chávez sobre compañías argentinas.
CARBAP, organización que nuclea a las confederaciones agrarias rurales de Buenos Aires y La Pampa, también se opuso al atropello chavista de esta forma:
“Como dijimos hace exactamente un año atrás, a los argentinos no nos seduce ese modelo de país, que trata Chávez Frías de exportar por toda América Latina, y que consiste en contar con el poder casi absoluto, tener una democracia de bajo perfil, mantener amordazada a la oposición, condicionar y acotar a la justicia, perseguir al periodismo libre, demonizar a los sectores civiles opositores, confundir constantemente entre los intereses del país y los de sus gobernantes, o entre el bien público y privado y, en definitiva, estar más obsesionado en vigilar al ciudadano que en garantizar sus derechos”.
Aunque la oposición, en las elecciones del 28 de junio, gane lugares en el Congreso, el recambio en las cámaras se realizará 5 meses después. El Gobierno, eso es lo que aterra ahora a los empresarios argentinos, tendrán tiempo de buscar recursos para la CAJA donde sea, incluso, según se especula, en los Bancos.
Lo cierto es que también al matrimonio Kirchner lo atrae el estado empresario: Correo Argentino, Aguas Argentinas, Aerolíneas, muestran el deseo de que el estado vuelva a dominar la economía. Los nombramientos de directores estatales en empresas privadas señalan pasos en el mismo sentido.
La ayuda del sindicalismo oficialista, les ha aportado el grado de amenaza necesario para amedrentar a cualquier sector que se oponga a sus deseos.
Lideres de la estatura de Moyano, son un impedimento para la creación e innovación ligada a la actividad privada. Descreen de la competencia y creatividad propias de cualquier empresa moderna, la interrumpen con huelgas y medidas de fuerza y coacciones arbitrarias. No aceptan el mercado y su matriz: la libertad de elección. Prefieren la empresa estatal que les permite a quienes trabajan en ellas, sentirse seguros, no son despedidos, como sucede en la actividad privada cuando la calidad del trabajo es deficiente.
Pero, ya se ven actitudes que indican que abandonarán el barco. El dirigente sindical, Hugo Moyano, rechazó las estatizaciones con argumentos desestimables: “no es la política que en su momento nos enseñó Perón”.
Olvida Moyano que durante los gobiernos de Perón, el estado argentino se transformó en poderoso empresario y nuestro país se llenó de empresas incapaces de competir y extrañas a la nueva tecnología. Deja en el tintero, que la prosperidad dependía de contactos con el poder más que de las prácticas comunes a un buen empresario: innovación, inversión, productividad y eficiencia. Tampoco menciona la corrupción, enquistada en las empresas nacionalizadas estimulada por la dirigencia gremial.
Omite además, Moyano, que Perón creó un sindicalismo fiel a sus órdenes a cambio de ventajas laborales y dádivas. Entre otras: funciones políticas, incluso en el Congreso.
La prensa captó una conversación de Chávez con el presidente de Brasil, donde le prometía no incluir en la política de nacionalizaciones a las empresas brasileras. El gobierno argentino tras débiles y ridículas objeciones ha debido aceptar la respuesta de Chávez: “ha sido un chiste” dijo, sin ponerse colorado.
La presidente Cristina no quedó atrás en este culebrón latinoamericano cuando opinó, que le hubiera gustado que los primeros US$ 400 millones cobrados por Techint por la estatización de Sidor, los hubieran depositado en la Argentina. Debió haberle crecido la nariz como a Pinocho, pues ella y su marido, sacaron del país fondos públicos de la provincia de Santa Cruz para remitirlos al extranjero con la excusa de la inseguridad jurídica existente en Argentina, sin que se sepa aún el destino final de esos fondos.
En Venezuela y en la Argentina se comenzó por lesionar al mercado espontáneo de precios y, con ello, la propiedad privada sobre los medios de producción, la competencia y la libre oferta y demanda, en beneficio de ambos gobiernos. Esta política no genera distribución de la riqueza sino su destrucción y perjudica a todos los miembros de la sociedad.
La violación del principio de la propiedad privada, debiera ser objetada por todos los ciudadanos que deseen el progreso político, económico, e institucional, de nuestro país.
La propiedad estatal es menos eficiente como podemos confirmarlo mediante la comparación de ejemplos históricos. Venezuela nos muestra que la propiedad privada siempre debe estar estrechamente unida a la vigencia del estado de derecho. En los regímenes totalitarios del siglo XX y en los que aún perduran, fue abolida de facto o de jure.
Aunque no es tolerable la libertad absoluta, la libertad es una cuestión de grado, por experiencia, sabemos, que cuanto mayor sea la libertad para competir por el poder, a través de las preferencias del voto de los ciudadanos y del consumidor, la consecuencia será, más democracia.
La única manera de revertir el proceso de decadencia política, económica y cultural que atraviesan ambos países es hacer retroceder al estado, acabar con regulaciones y controles de precios, institucionalizar la propiedad privada y respetar a la opinión pública y al sistema de partidos.
La oposición debiera tomar nota.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

Faltas a la tolerancia


Elena Valero Naráez


El domingo pasado, durante la conmemoración del 61º aniversario del estado de Israel, organizado por el gobierno porteño, grupos de izquierda pertenecientes al Frente de Acción Revolucionaria (FAR) y al Movimiento Teresa Rodríguez-rama política, embriagados de fanatismo, atacaron a golpes a los asistentes al acto. También se recibieron amenazas de bombas e templos judíos de la localidad de Belgrano.
Un dato: en el allanamiento del local del Movimiento Teresa Rodríguez-rama política, fabrican guardapolvos para el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Algunos dirigentes sospechaban, según los diarios, en voz baja, sobre motivaciones políticas que pudo tener el ataque para perjudicar a Mauricio Macri ante las próximas elecciones.
Este hecho lamentable lleva a bajar un escalón más en el desprestigio de la República Argentina.
Karl Popper repite en varios de sus libros la siguiente formulación procedente de América: Alguien que ha golpeado a otro afirma que él solo ha movido sus puños libremente; el juez sin embargo replica: “La libertad de movimiento de tus puños está limitada por la nariz de tu vecino”. Si bien la libertad debe ser lo menos limitada posible, las leyes deben ser iguales para todos.
La tolerancia frente a las ideas éticas y religiosas fue fundamental para los que nos fundaron la patria. Se dieron leyes tan importantes como el de matrimonio civil para que fuera conformando un país basado en la tolerancia. La libertad de culto es derecho indiscutido en todas las sociedades democráticas.
La violencia demostrada por este grupo que taparon sus rostros por temor a ser reconocidos, ya sea motivada por ideas fanáticas o instigada por cuestiones políticas, debe se castigada, como corresponde por ley, si no queremos incentivar las acciones violentas que terminarán con la democracia y el estado de derecho. No puede quedar impune este hecho vergonzoso que afecta la mirada que países democráticos tienen sobre nosotros y, sobre todo, la que tienen los argentinos como sociedad.
En los campos de concentración murieron asesinados miles de judíos, se aniquilaron familias enteras por las ideas locas de Hitler y sus secuaces.
También en la URSS, fueron llevadas al hambre y a la muerte un sinnúmero de personas por el mismo motivo: ideas, envueltas en teorías erróneas, fanáticamente aceptadas, han llevado a la tumba a incontables inocentes a lo largo de la historia de la humanidad.
En nombre de la tolerancia, no podemos aceptar que todas las teorías tienen igual valor. En democracia pueden competir mientras puedan ser refutadas libremente por otras y, por la realidad a la que se refieren, sin recurrir a la violencia.
Los gobernantes argentinos aceptan los actos de violencia instigados por maquiavélicos personajes y el maltrato a los vecinos: sufren cotidianamente, manifestaciones que no les permiten circular libremente por las calles.
La oposición al gobierno tampoco se caracteriza, salvo honrosas excepciones, por su indulgencia: recurre a la violencia verbal y no deja de lado el reconocimiento que se le debe al adversario: la mayoría de los candidatos se critican mutuamente en vez de discutir ideas y programas. La mayoría de los políticos intenta, inmiscuyéndose en su intimidad, destruir al que tiene más chance en las encuestas.
La reciente renuncia del jefe de los Comunes, en Inglaterra, por gastos indebidos de los legisladores, nos da un ejemplo de la presión de la sociedad, en su conjunto, para mejorar la conducta de los funcionarios. Existe control social sobre los representantes.
La opinión pública de nuestro país tendría que obrar en la misma dirección: exigir el esclarecimiento de actos vandálicos como el perpetrado por los delincuentes que golpearon a pacíficos ciudadanos judíos.
El gobierno, como responsable de mantener el orden, sin el cual no puede funcionar ningún grupo y menos el grupo máximo, la sociedad, tiene una responsabilidad ética mayor: no debiera permitir, incentivar, ni cometer, actos que vayan en contra de las leyes de la República. Su función es la de velar por que se cumplan.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

Votar por un futuro mejor…


Elena Valero Naráez


El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, flamante director ejecutivo de la papelera Massuh, en una de las primeras reuniones de directorio expresó: “Ahora no está más el patrón. Aquí están el estado y los laburantes y hay que demostrar la capacidad de ser eficientes” La firma, endeudada con los bancos oficiales Nación, Provincia de Buenos Aires, y Ciudad, será administrada por un fondo estatal.
No es cierto que no estará el patrón, como apuntó, festivamente Moreno, descalificando a los dueños de empresas y revalorizando la acción del estado. Olvidó decir que es el “nuevo y arbitrario patrón” avalado por el gobierno.
Otro hecho que subraya ideas estatistas y dirigistas, sumadas a la demagogia electoralista, es el aumento del sueldo a los estatales nacionales a 45 días de las elecciones. Significará un incremento del gasto público de más de 200 millones de pesos por mes, más otros 70 millones a partir de septiembre ya que se efectuará en dos veces.
Como los gobernadores provinciales no podrán enfrentar ni aguinaldos ni salarios, seguramente, entrará a jugar el dominio Kirchnerista: ayudarán a quienes cumplan las órdenes de “La Rosada”.
La ciudad de Buenos Aires muestra otra cara de la misma moneda en la pretensión de cerrar el círculo: los sindicatos oficialistas impiden la libre circulación en la ciudad para desprestigiar a Mauricio Macri, cada vez que lo requiere la política nacional y, si el gobierno accede a sus incesantes reclamos. No importa que sea imposible circular por la ciudad.
El gobierno necesita el apoyo de los líderes sindicales, no solo para llenar las plazas, sino, también, para otro tipo de favores: es así, como algunos sindicalistas son asiduos visitantes de la presidente y mantienen reuniones “a solas”. Saben que son imprescindibles, por ello, con medidas de fuerza, obtienen funciones políticas aunque vayan en contra del afianzamiento del sistema de partidos.
La campaña del gobierno en la que se juega “todo”, ya que para el matrimonio Kirchner no hay otra posibilidad que “el caos”, si pierden las elecciones, lleva a la necesidad de aceptar cualquier reclamo sindical, presionar por medio de la Justicia, inventar historias que desprestigien a los candidatos opositores, y aumentar sueldos aún dentro de un clima de recesión económica.
La irresponsabilidad es la característica principal de este gobierno. No tiene reparos en utilizar cualquier medio para retener el poder aunque con ello se resquebrajen las instituciones democráticas.
Emplean la clásica política populista: el discurso se basa en la justicia social, la equitativa distribución de la riqueza que se alcanzará por medio de la administración del Estado, en el afianzamiento de la democracia por medio de la igualdad, no ante la ley sino por la acción del estado, entre otros, para muchos, loables fines.
Creen que cumplirán las metas por medio de controles de precios y salarios, estatizaciones, impuestos exorbitantes, políticas distributivas, en general, avasallamiento de la propiedad privada y tomando el estado las funciones del mercado.
Estas son algunas de las características de la política kirchnerista. Hay que preguntarse, justamente antes de las elecciones, cuáles son los resultados obtenidos.
Cómo siempre, la socialización del la economía lleva a lo contrario de lo que se pretende alcanzar: autoritarismo y cada vez más pobres.
Las consecuencias de estas recetas las vemos con claridad en la actualidad, cuando se fueron las condiciones excepcionales de una situación mundial que no supimos aprovechar.
Ante las elecciones legislativas y en vías de las del 2011, cabe una pregunta para hacer a todos los argentinos: ¿Seguiremos embelezándonos ante discursos populistas que juegan al gallito ciego con la realidad o, de una vez por todas, votaremos a quienes muestren no solo que conocen los problemas sino que han estudiado la manera de morigerarlos o darles solución sin recetas mágicas?
Hay mucho para observar y aprender de países que, en situaciones similares, han empleado modelos eficaces para salir de crisis aún más difíciles que la nuestra.
Es hora de que nos importe con qué medios se intentará resolverla, en vez de quedarnos en las metas que siempre resultan maravillosas antes de una elección.
Tenemos que decidir por medio del voto, si queremos continuar con el modelo actual basado en la “construcción” del país desde un gobierno autoritario o el modelo que da a la sociedad civil la preponderancia y deja al estado la custodia y aplicación de las leyes de La República.
El campo, en general, votó por el primer modelo. Hoy lamenta, seguramente, aquel voto kirchnerista. Sirvió para aprender. Esperemos que lo hayamos hecho la mayoría de los argentinos. De eso depende un futuro mejor.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

No hay peor ciego que el que no quiere ver...


Elena Valero Naráez


Como en las experiencias socialistas, los recursos de millones de argentinos están siendo administrados por los Kirchner, y sus funcionarios, de una manera centralizada y a voluntad, a medida que van concentrando el poder político y económico, evitando cada vez más la competencia. Es por eso que Argentina es una sociedad debilitada, menos creativa, menos democrática, menos innovadora y menos productiva.
El gobierno está acabando con las pequeñas, las medias, y las grandes empresas capitalistas, donde la competencia y la cooperación son características y donde la información, producto de los resultados de los intercambios que provee el mercado, es indispensable para la creación de bienes y servicios.
El matrimonio Kirchner ataca al sistema de libre mercado desde una perspectiva peyorativa, sin comprender que son los trabajadores a quienes dicen defender, los que mayoritariamente consumen los productos que el sistema, por ellos despreciado, produce. Denota la incomprensión de Néstor y Cristina hacia el funcionamiento de las leyes económicas.
Creen, firmemente, que la crisis internacional es producto de la decadencia del sistema capitalista y, que en Argentina, se ha encontrado la panacea: el modelo K. aunque sea similar al de los países atrasados.
Vamos hacia una disminución peligrosa de la actividad económica: el desempleo estará superando el 15 % a fin de año y el índice de inflación sigue creciendo a nivel preocupante.
La política relacionada con el campo parece estar dedicada a su destrucción, y se agrava por las condiciones metereológicas. Este sector atraviesa su peor momento, cuando la economía más lo necesita para despegar.
La situación de la ganadería es desesperante por deterioro de los valores: decrecen día a día, aproximadamente 5%, por falta de pasto y porque los feed-lots no compran a la espera que desciendan más.
La liquidación de vientres es tan acentuada que va a ser prácticamente imposible su recuperación a corto plazo.
Los pronósticos del tiempo son poco halagüeños: se estiman lluvias importantes recién para principios de primavera, lo que afecta también a la agricultura.
La zona núcleo de trigo, el sudeste de la provincia de Buenos Aires, está imposibilitada de comenzar la siembra por la sequía
Por descenso de las napas de agua, en varios establecimientos rurales, se han presentado graves problemas, incluso, imposibilita el manejo y control de los animales mediante el alambrado eléctrico por falta de humedad en la tierra.
Los cursos de agua: ríos, lagunas, y represas, están prácticamente secos. Para colmo, aunque lloviera, la época del año en que estamos no permite recuperación inmediata de los campos de pastoreo: estamos entrando en el invierno.
Por la disminución de forraje, los productores, en su totalidad, deben vender apresuradamente. Los animales jóvenes, terneros, novillitos y vaquillonas, son adquiridos por los feed lots, únicos posibilitados ante esta situación, al usar alimentos balanceados y otro tipo de alimentación, para transformarlos en animales de más valor.
En un tiempo aproximado de 60 días, le agregan un aumento promedio diario de 1, a 1, 3 kilos para ofrecerlos a los frigoríficos.
Argumentan, los feed lots, que en este momento, su valor de compra es bajo porque el gobierno esta reticente a abonar los subsidios prometidos, los cuales, les permitiría realizar este negocio. Estimativamente, el valor de venta de esos animales será de 3, 5 pesos el kilo.
Otra situación que refleja la crisis del sector es el de las vacas de cría. Como el valor de venta final, una vez gordas es bajo, no se justifica hacerlo artificialmente, por lo que van al mercado en el estado en que se encuentran con valor aproximado de 0, 80 a 1, 5 el kilo vivo. No se justifica, entonces, darles ración como a los terneros, novillitos y vaquillonas. Muchas de ellas van a la venta sin siquiera se constate si están preñadas para retenerlas como vacas de cría.
Una categoría que prácticamente está en extinción, es el novillo pesado para exportación, el cual debía ser engordado a campo, como requisito para exportación.
Además, el productor ganadero, debe vender mayor cantidad de cabezas y a menor precio para lograr los recursos mínimos y así, honrar sus compromisos.
La entrada al mercado de Liniers de distintas categorías de animales, ratifica, claramente, lo expresado.
En esta catarata de problemas llevan su buena parte los contratistas de labores agropecuarias: cosecheros, mecánicos, sembradores, camioneros que ven menguados sus ingresos y, tampoco, pueden cumplir con sus deudas.
La mayoría de los problemas del campo se deben a las trabas que este gobierno puso a la economía. Están destruyendo al sector que más rápidamente hubiera podido ayudar a superar la crisis. No podrá responder a la demanda internacional de sus productos por falta de producción al igual que otros sectores castigados por la política kirchnerista.
La pésima política “K” nos impide oportunidades de ayuda del Fondo Monetario Internacional: nos podría prestar al 4% de interés pero, no podemos acceder al crédito, porque el gobierno no acepta el monitoreo que reclaman los estatutos de dicha entidad.
Disponer de recursos sin ningún control, como lo hacen con los robados a las AFJP y a la ANSES, es condición suficiente para nuestros populistas gobernantes.
El “kirchnerato” está destruyendo la propiedad privada, la hiere con privilegios políticos y sectoriales, obstaculiza la dinámica de los mercados, el intercambio libre de bienes y servicios y no cumple con los deberes del estado: garantizar la libertad, la propiedad privada y el estado de derecho para asegurar los bienes y a las personas.
Kirchner cree, como también algunos dirigentes de la oposición, que se necesita de un proyecto para aplicar, ideado por burócratas, en vez de un sistema normativo al que las personas deben respetar y desde allí, hacer lo que quieren mientras que sean responsables del resultado de sus acciones. Éste es el sistema económico que tiende hacia la democracia, contrario al modelo que está defendiendo, con tan mal resultado, Néstor y Cristina Kirchner.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

Al pan, pan, y al vino, vino...


Elena Valero Naráez


El gobierno de Cristina Kirchner presenta a los argentinos serios interrogantes respecto a si es capaz de gobernar, es decir, si puede establecer planes de acción que tiendan a morigerar la crisis económica que afecta a casi todos los argentinos.
Justamente, ante los conflictos que plantea, se necesita un gobierno eficiente, inspirador de confianza, con capacidad operativa frente a la urgente situación. Para que sea legítimo, los gobernantes, deben ejercer sus funciones buscando el bien común de todos los argentinos.
Según las declaraciones y acciones de Cristina y su marido, signadas por la agresión, hay sectores que parecen no ser representados por ciudadanos. La lista es larga: personas relacionadas al campo, al periodismo, a la justicia, a los militares, al empresariado, a la Iglesia, son denostados y perseguidos. Basta con disentir, en muchos casos, para ser considerados enemigos.
Preocupa, además, que hayan tomado como chivo expiatorio a la década del 90, intentando poner debajo de la alfombra el error principal de los Kirchner: cambiar el rumbo que se eligió en la denostada década. Los discursos del matrimonio presidencial, en este caso, son acompañados también por muchos periodistas, políticos de la oposición e intelectuales. Todos, parecen coincidir en que el modelo menemista es el culpable de todos los males, en especial, de la crisis que nos está consumiendo actualmente.
Cuando se habla de peronismo, por ejemplo, no se hace ninguna diferencia entre Menem, Romero, Puerta, De Narváez, Alberto Rodríguez Saa, entre otros peronistas y los Kirchner. Se mete a todos en la misma bolsa, sin importar, qué ideas defienden.
Es poco el análisis que hacemos del pasado o, muy sesgado, por lo cual no es disparatado pensar que, aún los legisladores de la oposición, cuando lleguen al Congreso, acepten en general el modelo K, añadiéndole, solamente, algunos parchecitos relacionados con el mejoramiento del sistema democrático.
Creo, que aunque este gobierno se haya esforzado por denigrar la década del 90, los políticos serios y preparados para dirigir, con responsabilidad, idoneidad y preparación, el futuro gobierno, tienen que comenzar a poner las cosas en su lugar y decirle a la ciudadanía que el modelo menemista tuvo errores pero, el camino emprendido luego de la hiperinflación a la que nos llevaron políticas que habíamos seguido durante muchos años, desde 1943, es el correcto.
Los ex presidentes Frondizi y Menem son los que vieron y se animaron a dar un cambio fundamental al rumbo económico. Dejaron de lado políticas que frustraron el progreso argentino, durante décadas.
Basta comparar con la actual, la excelente política exterior de ese período: desarrollamos una estrecha relación con EEUU, avanzamos en la integración económica con nuestros vecinos sobre todo Brasil y Chile, reestablecimos el vínculo con Europa, afectado por la Guerra de las Malvinas y actuamos de manera participativa en el medio Oriente.
En política económica, se hizo todo lo contrario de lo que presume Néstor Kirchner: se superaron décadas de estancamiento de las exportaciones, con reglas de juego diferentes, tendientes a la apertura económica. Se eliminaron las retenciones agropecuarias, en abril del 91, por lo cual la Argentina exportó en 2002, 5000 millones de dólares, entre harinas, aceites, y soja. También se eliminaron las trabas a las importaciones de las que se quejó recientemente el vicepresidente de la UIA, Cristiano Rattazzi, porque traban la producción y la productividad.
La desregulación del comercio exterior fue una política meritoria en un país donde predominaban los intereses de sectores privilegiados por el gobierno, sin importar la calidad de los productos.
En vez de aceptar lo que se hizo bien, y mejorar el modelo, la política kirchnerista nos ha vuelto a la decadencia política y económica. Las estatizaciones, los controles de precios, las políticas estatistas, intervencionistas, dirigistas e inflacionarias cuyos resultados están hoy a la vista nos acercan otra vez a dictaduras pasadas.
Este modelo no es compatible con la democracia y con nuestro orden jurídico constitucional que asegura la plena vigencia de de las libertades políticas y civiles, garantía de los derechos individuales consagrados en la Constitución.
La lucha contra el estatismo, el proteccionismo, las regulaciones excesivas fue muy importante y destacable en el gobierno de Carlos Menem.
El decreto de desregulación derogó enorme cantidad de restricciones a la competencia y a la transparencia en el funcionamiento de los mercados, tanto los del interior, el de bienes y servicios, como también al comercio exterior, a las economías regionales y al mercado de capitales.
Se terminó con el control de precios que nos había afectado durante décadas y que los Kirchner han vuelto a imponer bajo la mano férrea y autoritaria de Guillermo Moreno.
Las privatizaciones fueron parte del modelo: parece olvidarse que con ellas se eliminó gran parte de la corrupción estructural que padecíamos sin que ningún gobierno anterior, salvo en el período de gobierno de Arturo Frondizi, intentara desmantelar.
El gobierno de los Kirchner ha creado hasta empresas de aviación sin aviones. Regresan a las prácticas corruptas y las promueven con las estatizaciones, se amedrenta para que las empresas acepten a directores estatales en empresas privadas, hay un avance continuo del gobierno sobre la actividad privada.
La presión impositiva es cada vez mayor a la vez que se cierran los canales que permiten generar riqueza y aumentar las exportaciones.
La economía del país se viene abajo pero la presidente sigue enamorada del modelo. Declara que el 28 de junio se juega la posibilidad de continuarlo como también la estabilidad y “calidad” democrática.
Lo que interesa ahora, más allá de los dislates de la presidente, es que los opositores se den cuenta que éste modelo no sirve como pasó en cualquier país donde se aplicó. Hay que tomar el ejemplo de Chile: continuaron el modelo económico, reforzaron la democracia, las instituciones y, aunque cambiaron los gobiernos, se mantiene lo que ha dado muestras, por las consecuencias, de que se ha hecho bien.
Los chilenos han aprendido, luego de volver al clima democrático de tolerancia y espíritu abierto, que la única manera de progresar económica y políticamente es reforzando a la sociedad civil, privatizando, desreglando, para que se pueda crear, vender y comprar sin trabas que obstaculicen los libres intercambios.
La manera de atraer capitales es la inversa a la elegida por el actual gobierno: con condiciones jurídicas y políticas comprometidas con la propiedad privada se reestablecería otra vez la confianza.
Solo en democracia podremos defendernos de las arbitrarias medidas del gobierno. Las próximas elecciones definirán por cual camino quieren transitar los argentinos y la oposición debería animarse a analizar con objetividad la historia argentina. Maltratar la década del 90 no ayuda a cambiar el rumbo, que no es otro qué el que hizo fracasar a tantos gobiernos, por seguirlo. Ver la realidad como es y no como uno quiere que sea, es prioritario para poder encarar cualquier cambio. Al pan, pan, y al vino, vino...

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com