Votar por un futuro mejor…


Elena Valero Naráez


El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, flamante director ejecutivo de la papelera Massuh, en una de las primeras reuniones de directorio expresó: “Ahora no está más el patrón. Aquí están el estado y los laburantes y hay que demostrar la capacidad de ser eficientes” La firma, endeudada con los bancos oficiales Nación, Provincia de Buenos Aires, y Ciudad, será administrada por un fondo estatal.
No es cierto que no estará el patrón, como apuntó, festivamente Moreno, descalificando a los dueños de empresas y revalorizando la acción del estado. Olvidó decir que es el “nuevo y arbitrario patrón” avalado por el gobierno.
Otro hecho que subraya ideas estatistas y dirigistas, sumadas a la demagogia electoralista, es el aumento del sueldo a los estatales nacionales a 45 días de las elecciones. Significará un incremento del gasto público de más de 200 millones de pesos por mes, más otros 70 millones a partir de septiembre ya que se efectuará en dos veces.
Como los gobernadores provinciales no podrán enfrentar ni aguinaldos ni salarios, seguramente, entrará a jugar el dominio Kirchnerista: ayudarán a quienes cumplan las órdenes de “La Rosada”.
La ciudad de Buenos Aires muestra otra cara de la misma moneda en la pretensión de cerrar el círculo: los sindicatos oficialistas impiden la libre circulación en la ciudad para desprestigiar a Mauricio Macri, cada vez que lo requiere la política nacional y, si el gobierno accede a sus incesantes reclamos. No importa que sea imposible circular por la ciudad.
El gobierno necesita el apoyo de los líderes sindicales, no solo para llenar las plazas, sino, también, para otro tipo de favores: es así, como algunos sindicalistas son asiduos visitantes de la presidente y mantienen reuniones “a solas”. Saben que son imprescindibles, por ello, con medidas de fuerza, obtienen funciones políticas aunque vayan en contra del afianzamiento del sistema de partidos.
La campaña del gobierno en la que se juega “todo”, ya que para el matrimonio Kirchner no hay otra posibilidad que “el caos”, si pierden las elecciones, lleva a la necesidad de aceptar cualquier reclamo sindical, presionar por medio de la Justicia, inventar historias que desprestigien a los candidatos opositores, y aumentar sueldos aún dentro de un clima de recesión económica.
La irresponsabilidad es la característica principal de este gobierno. No tiene reparos en utilizar cualquier medio para retener el poder aunque con ello se resquebrajen las instituciones democráticas.
Emplean la clásica política populista: el discurso se basa en la justicia social, la equitativa distribución de la riqueza que se alcanzará por medio de la administración del Estado, en el afianzamiento de la democracia por medio de la igualdad, no ante la ley sino por la acción del estado, entre otros, para muchos, loables fines.
Creen que cumplirán las metas por medio de controles de precios y salarios, estatizaciones, impuestos exorbitantes, políticas distributivas, en general, avasallamiento de la propiedad privada y tomando el estado las funciones del mercado.
Estas son algunas de las características de la política kirchnerista. Hay que preguntarse, justamente antes de las elecciones, cuáles son los resultados obtenidos.
Cómo siempre, la socialización del la economía lleva a lo contrario de lo que se pretende alcanzar: autoritarismo y cada vez más pobres.
Las consecuencias de estas recetas las vemos con claridad en la actualidad, cuando se fueron las condiciones excepcionales de una situación mundial que no supimos aprovechar.
Ante las elecciones legislativas y en vías de las del 2011, cabe una pregunta para hacer a todos los argentinos: ¿Seguiremos embelezándonos ante discursos populistas que juegan al gallito ciego con la realidad o, de una vez por todas, votaremos a quienes muestren no solo que conocen los problemas sino que han estudiado la manera de morigerarlos o darles solución sin recetas mágicas?
Hay mucho para observar y aprender de países que, en situaciones similares, han empleado modelos eficaces para salir de crisis aún más difíciles que la nuestra.
Es hora de que nos importe con qué medios se intentará resolverla, en vez de quedarnos en las metas que siempre resultan maravillosas antes de una elección.
Tenemos que decidir por medio del voto, si queremos continuar con el modelo actual basado en la “construcción” del país desde un gobierno autoritario o el modelo que da a la sociedad civil la preponderancia y deja al estado la custodia y aplicación de las leyes de La República.
El campo, en general, votó por el primer modelo. Hoy lamenta, seguramente, aquel voto kirchnerista. Sirvió para aprender. Esperemos que lo hayamos hecho la mayoría de los argentinos. De eso depende un futuro mejor.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

No hay comentarios: