¿Cómo saldremos de la crisis “made in Kirchner”?

por Elena Valero Narváez

La presidente dice que quiere proteger a las personas con menos recursos, es por eso, que el sector agropecuario tuvo que entregar vía retenciones y otros impuestos, gran parte de su ganancia. Además continuará, según se observa, siendo perseguido por el gobierno.
No me explico cómo se hará para continuar con la política distributiva si el sector qué más pronto podría sacarnos de la crisis está diezmado por el clima, y por políticas que obstruyen el comercio. Los arrendatarios devolverán los campos a sus propietarios por falta de rentabilidad. Hay un defasaje entre labores y lo que producen con el valor de los insumos. No pueden afrontar gastos comerciales de la presente campaña y quedar nuevamente colocados para iniciar una segunda. Y, la ganadería, muestra que una vaca flaca como las comunes en muchas zonas del campo argentino, vale 330 pesos. Es el precio que se pagó en los remates de los pasados días. En la carnicería, el kilo de carne buena, supera los 20 pesos.
Si observamos a la Argentina de hoy, vemos que cada vez la economía funciona peor. ¿Qué pasará cuando aumente el índice de desocupación y la gente no encuentre trabajo?
¿Cómo pagarán salarios los empresarios si la CGT no aceptará el límite del 13, 5 % en los aumentos, como pide la presidente, y la producción y la productividad disminuyen por la crisis internacional y la “made in K”? ¿Arreglarán con los dirigentes sindicales?
¿Podrán explicarle a Moyano y compañía que no hay con qué aumentar ni cómo mantener a todos los trabajadores en sus puestos de trabajo? ¿Se reunirán estos sindicalistas con los empresarios, como hacen en otros países, para discutir amigablemente la manera de producir más y así poder mantener o crear nuevos puestos de trabajo?
¿Cómo ayudará el gobierno intervencionista que tenemos a la pequeña empresa, si tiene poca capacidad de maniobra para reaccionar ante la crisis y ante la coacción de los sindicatos? ¿Quién les hará entender que hay falta de congruencia entre lo que piden y los recursos con que se cuenta para satisfacerlos?
¿Qué pasará con el tipo de cambio, las tasas de interés, los precios, y el crédito?
Si se necesita como el agua exportar para sobrellevar la crisis ¿qué haremos si las reglamentaciones no las permiten y los precios bajan?
¿Con qué recursos se afrontarán los reclamos de pago de los acreedores?
¿Aguantarán las provincias la servidumbre que les impone el gobierno? ¿Por qué no se les permite el manejo de sus recursos y con ello el poder de decisión para proveerse por si mismas el progreso económico que pretenden?
¿Quién obligará al matrimonio gobernante a cumplir con la exigencia de la gente de volver al orden jurídico y a la administración de justicia si ellos son los primeros en violar las normas y obligan a los jueces a actuar de acuerdo a las sugerencias del poder ejecutivo?
La manía de centralizar el poder que muestran los Kirchner resalta la meta que tiene el matrimonio: decidir personalmente sobre casi todos los asuntos de la República.. ¡Así nos va con las reglamentaciones y planes antiproductivos oficiales!
De lo que parece que no se habla en la alcoba presidencial -donde dicen que se tejen y destejen las políticas de gobierno- es de estimular la inversión, el crecimiento del país y de eliminar al estado de las funciones que no le corresponden.
¿Por qué surgen tantas preguntas? Porque se impuso el modelo dirigista. Se intenta regimentar la vida económica con normas que impiden el funcionamiento libre de los mercados. Desde controles de cambio, políticas de precios y salarios, cuotas y permisos para importar, hasta controles a las operaciones bancarias, a las empresas, a la utilización de la energía y a muchas otras actividades. Todo, en aras de adquirir el poder político suficiente para dominar la actividad empresaria en su conjunto y de ese modo dirigir el país como si fuera una propiedad personal.
No hay demagogia que oculte al ciudadano argentino que este sistema es el responsable del despilfarro, de los impuestos excesivos, del aumento de empresas ligadas al estado por concesiones y privilegios.
No hay que leer libros para saber que la economía planificada genera más pobres, inflación, desordenes sociales, tenemos la experiencia que nos dio el haber sufrido en el pasado, por muchos años, sus consecuencias.
Veamos el éxito que obtiene planificar la economía desde el estado. A principios de diciembre la presidente, con bombos y platillos, anunció planes para incentivar el consumo. Se iba a poder comprar automóviles a precios reducidos, heladeras baratas, canjeables por la que se tenían en casa, la gente se iría de vacaciones porque podría acceder a créditos blandos, la idea era fomentar el turismo.
Las promesas fueron hechas antes de que el gobierno hablara con los comerciantes y empresarios con el fin de llegar a un acuerdo beneficioso para todos.
Muchas personas salieron, prontamente, a buscar el beneficio anunciado por Cristina Kirchner, pero, en los negocios faltaban las heladeras, los autos baratos no existían al precio prometido por el gobierno: una vez más los anuncios de la Sra. K, no coincidían con la realidad. Para colmo, parece que hubo un período de espera adicional porque no se llevan muy bien el Sr. Moreno y Débora Georgi, la ministro, quien hace unos días fue sermoneada públicamente por la impaciente presidente.
Las empresas están trabajando sin descanso para poder cumplir lo más brevemente posible con las promesas presidenciales.
Lavarropas, calefones y termotanques también se podrán canjear como las heladeras: es la última promesa de Cristina. Ya estarán corriendo los empresarios a fabricar el stock necesario porque a pesar de las declaraciones ellos no fueron avisados.
Fuera de éste realismo mágico al que ya nos ha acostumbrado el gobierno, hay algo que es verdad y se lo debemos reconocer a los Kirchner: No consultan a la mesa de enlace del campo, ni con los empresarios y comerciantes. Tampoco con la oposición. ¿Para qué, si no importa lo que digan? Todo lo resuelven de antemano, desprecian los derechos individuales, confiscan y deciden en nombre de los derechos de la sociedad a la cual manejan a su antojo sin respetar las instituciones.
Están dificultando la acción a los empresarios quienes deberían ser los que saquen al país de la crisis, no el gobierno. La actividad empresaria necesita políticas que favorezcan las inversiones, fuente de crecimiento y de puestos de trabajo, mediante la desburocratización y el desregulamiento de la economía.
La oposición tiene que jugar un gran papel, no quedarse en la crítica solamente: pensar cómo se arreglarán los problemas que nos dejará éste gobierno cuando termine el mandato, buscar soluciones y preocuparse por saber de dónde saldrán los recursos para alcanzarlas.
Habrá que volver a darle prioridad a la actividad privada, desbaratar el modelo estatista y dirigista.
Lamentablemente para los argentinos, en vez de hacerse rica la sociedad, se esta haciendo rico el estado.

Elena Valero Narváez (Autora de “El Crepúsculo Argentino”.LUMIERE.2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

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