Néstor Kirchner: “El príncipe”


Elena Valero Naráez


Néstor Kirchner, como “El príncipe” de Maquiavelo, no posee otro interés que mantenerse y fortalecerse, por cualquier medio, en el poder. Su preocupación actual es hallar los recursos políticos que le ayuden a obtener el resultado que desea. En su afán de dominio no le asusta ser cruel, desleal o injusto. No tiene escrúpulos. Es indiferente a las leyes e instituciones de la República.
Pretende hacer indispensable a la gente un gobierno fuerte mediante subsidios, creación de cooperativas, y dádivas. Fue así como acabó con las AFJP basándose en un discurso en que el Estado aparecía como el mejor y seguro administrador..
Extender y defender los poderes que le da el Estado le permite creer que es mejor ser temido que amado. Por ello, mediante su maquiavélica astucia, crea espías, llena plazas con piqueteros agresivos, encapuchados muñidos de palos, interviene teléfonos, amedrenta empresarios, impide por la fuerza que se exprese la opinión pública, entre otros actos, en los que se emplea la violencia tanto física como psicológica.
No existe ningún medio que no considere honorable si los resultados lo benefician. Claro ejemplo son los que utiliza para domesticar a los medios de comunicación en pos de que opiniones y noticias estén en conformidad con sus propios intereses.
También en política exterior sigue a Maquiavelo: No hay contrato ni acuerdo que no pueda ser violado. En su afán de tejer poder pasa por encima de las leyes o las cambia por otras, a medida, mediante la compra de legisladores quienes, como todos sus funcionarios, deben estar supeditados a sus ordenes y a pagar el pato por los errores que el gobierno comete en su marcha demencial.
Sin cambiar las instituciones, convierte en una farsa a la democracia. Para él y su álter ego, su mujer, al igual que el príncipe de Maquiavelo, gobernar no es otra cosa que, por cualquier medio, controlar a sus “súbditos”. Ésos somos, al permitir que éste Cesar Borgia, con su cinismo e indiferencia hacia los valores y principios constitucionales, esté haciendo añicos a la República. Controla mediante la administración del inmenso gasto público, fuente de un poder que se pretende omnímodo.
Olvidan, Néstor Kirchner, su mujer, y su séquito, que, como bien dijo Aristóteles, cuando el hombre se aparta de la ley y de la justicia es el peor de los animales.
Los argentinos tendremos otra oportunidad, cuando llegue el momento del recambio gubernamental. No debiéramos perderla: hay que fortalecer la política mediante un acuerdo general basado en el reconocimiento de que solamente podemos buscar camino llevando adelante el estandarte de la libertad. Sin él la República se queda sin posibilidades. Una vez que aseguremos el ámbito democrático donde dirimir los problemas que nos preocupan, habrá que bogar mediante la acción política por que prendan las ideas que permitan dejar de maximizar al Estado y minimizar al individuo, desmantelando las bases de poderes corporativos, proyectos estatizantes y distribucionistas e incentiven la protección de los derechos individuales, el fortalecimiento del parlamento y de los partidos.
Con el cambio de sistema, todo lo demás vendrá por añadidura: desde las inversiones hasta la competencia por mejorar en todos los órdenes.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

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