AEROLINEAS ARGENTINAS...SE IMPONDRÁ LA REALIDAD?

Aerolíneas Argentinas sigue asfixiada por los siete gremios que representan a los empleados de dicha empresa. Los usuarios son rehenes de los incesantes conflictos que se desatan entre ellos.
El grupo empresario Marsans - compró la empresa en 2001- se vio imposibilitado de sacarla a flote por la fortaleza que adquirieron los sindicatos con el apoyo del Ministro de Planificación Federal: Julio De Vido y el, por entonces, Secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
Muchas empresas tuvieron que permitir que funcionarios del Gobierno decidieran la integración de un nuevo socio amigo para que terminaran los problemas gremiales y de todo tipo, so pena de no poder funcionar.
Aerolíneas no marcha, aunque el estado permitió la reestatización en el 2009 y esté gerenciala por un militante de la agrupación kirchnerista, La Campora, mientras continúa el proceso de expropiación.
Ahora, el gobierno busca un socio privado ante las continuas protestas gremiales y la indignación creciente de los usuarios.
En un año electoral Cristina no puede mostrar tan visible fracaso.
El tema a considerar es por qué una empresa que no funciona debe ser mantenida por el estado solamente por cuestiones ideológicas y por qué no se pasa íntegramente a manos privadas si es que aparece un interesado en comprarla.
Creo, que no solamente el gobierno tiene la idea estatista enquistada en el cerebro sino que, también, muchos argentinos siguen suspirando por empresas estatales.
Uno de los argumentos que he escuchado asiduamente es que no funcionó tampoco en manos privadas, con el grupo Marsans. Pero, si no funcionaba lo mas lógico era dejarla quebrar como pasa con cualquier empresa privada. El Estado se hizo cargo y los argentinos perdimos millones sosteniendo una empresa que daba pérdidas y que no podía mantener un servicio mínimamente adecuado.
Todavía ni el gobierno ni buena parte de la sociedad –la reestatización la acepto la mayoría en el Congreso- entiende, por qué no conviene que haya empresas estatales.
Para comenzar, y lo demuestra el caso Aerolíneas, lo más típico de la burocracia estatal es la corrupción. Los empleados acaudillados por los sindicatos se negarán a perder sus puestos si se intenta modificarla para que funcione mejor.
También su aparato administrativo tiende a crecer indefinidamente, es infinitamente mas extenso que en la empresa privada, la cual depende para subsistir no de la ayuda económica de origen fiscal sino de los servicios que presta.
Ante el argumento, que muchos esgrimen, de que hay en el mundo algunas empresas estatales que funcionan, no se puede negar, ya que los medios son eficaces si alcanzan un fin. Pero se puede argumentar que hay medios más eficaces que otros, pues los costos son distintos.
Si una empresa privada quiebra, pierden los dueños y el sector ligado a la empresa. En cambio, si una empresa del estado no rinde los costos los pagamos todos los argentinos quienes somos los que contribuimos con nuestro trabajo para mantenerla.
Sabemos que nadie gasta bien el dinero que no le pertenece si no tiene que dar cuenta a nadie de los gastos.
En cuanto a la atención del cliente, es vigilado por el empresario privado porque, el rendimiento de la empresa depende de los consumidores o usuarios, por lo tanto, la ética del trabajo es mucho mas elevada en el sector privado que en el estatal ya que hay mucho mas vigilancia de la calidad del servicio y peligra su puesto laboral. Además, se le agrega la opinión sobre los servicios de los clientes y la del propio Estado que puede intervenir si hay sospecha de alguna transgresión.
El Estado para ser eficiente y disminuir las consecuencias negativas de la burocratización debería evitarla, no fundiéndose en ella, como lo hicieron los gobiernos socialistas y nacional-socialistas. La manera de hacerlo es simple: someter las burocracias a la fiscalización del mercado.
La función social, que algunos pretenden como obligatoria en la empresa privada, se cumple siempre, si resiste a la competencia propia del mercado. Los consumidores lo acreditan cuando están conformes consumiendo el servicio o demandando el bien que se produce.
Por otra parte, si la empresa estatal cumple, como la privada, un fin social, lo hará minada por la burocracia con mucha menos eficiencia. Tal vez solo puede cumplirla y no sé, de acuerdo a los resultados, si tan justificadamente, en hospitales, policía y educación.
Por último, el avance del estado sobre el mercado, en este caso, por medio de estatizaciones, implica un aumento de la concentración de poder, lo que limita la propiedad privada de los medios de producción y con ello las opciones de la gente a elegir al disminuir la competencia en beneficio de los que gobiernan. Además, como lo ejemplifica el socialismo y el comunismo, la disminución de la propiedad privada trae aparejada la destrucción de riqueza, por lo tanto, el aumento de la pobreza general.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino”. Lumiere.2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

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