LA POLÍTICA SE HACE CON LA CABEZA

“La política se hace con la cabeza”, escribió Max Weber. La pasión sola no sirve si no está al servicio de una causa que orienta la acción. El objetivo de todo político es alcanzar el poder y ello no es un pecado cuando va acompañado de finalidades objetivas y de responsabilidad. Si no existen objetivos, la pasión y el poder por si solos no bastan y pueden conducir a infortunadas consecuencias. No se puede actuar en el vacío como lo está haciendo el gobierno nacional.
El victoria de Mauricio Macri se dio a pasar de que fue considerado “el limite” para cualquier alianza o acercamiento por varios de los candidatos a presidente. Indica la importancia de lo que piensa la gente.
Los porteños premiaron la responsabilidad con que Macri miró el futuro. No escarbó sobre cuales fueron las culpas del pasado y encaminó su acción con un sentido: mejorar Buenos Aires, morigerar los problemas de la ciudad.
Fue así como encaró el gobierno, actuando dentro del derecho y de las instituciones intentando cumplir con fines determinados pensando con responsabilidad en las posibles consecuencias que tendrían sus acciones. Cometió errores, sin duda, pero exploró la realidad haciendo preguntas correctas para intentar las soluciones.
El actual jefe de gobierno tiene en su haber desde que comenzó su carrera política el cambiar el canibalismo político, que muchos de los que están en la arena política practicaban, por una relación connivente, de diálogo con todos los dirigentes opositores y con el gobierno nacional. De él que dependía, para realizar algunos de sus proyectos. Sin su aval no podía, por ejemplo, conseguir inversiones o mejorar la seguridad de la Ciudad.
Filmus, en la campaña, aseguró seguridad a los porteños porque cuenta con el apoyo del gobierno nacional. Esta extorsión que apareció, incluso, en los carteles de propaganda, en vez de tener el efecto deseado hizo que aumentaran los votos a Macri.
La gente recompensó a quien se lanzó a hacer lo que es decisivo en política: mirar de frente la realidad, soportarla, y estar a su altura. Fue así como sin violencia verbal actuó de acuerdo a lo que admiraba del político Max Weber, conforme no a la ética de las intenciones sino a la ética de las consecuencias.
Por otro lado, la oposición también aportó lo suyo. Algunos mostraron su disconformidad con el accionar del gobierno nacional y otros que no simpatizan con el Jefe de gobierno de la Ciudad, lo votaron, indicando una actitud racional al premiar más las políticas que al político.
Esperemos que Macri siga en la misma línea y además se anime a expresar ideas de tinte liberal, las cuales lejos de ser fascistas son las que defienden la libertad política y económica. Mientras, el país, tendrá, si el actual gobierno llega al poder, la oposición en la Ciudad. Y, si alcanza al sillón presidencial, alguno de los actuales competidores de Cristina Kirchner, la República se fortalecerá y con ello puede ser posible un futuro mejor para todos los argentinos.
Los políticos que dicen amar a la Argentina deben comenzar por crear las condiciones para que crezca y se desarrolle respetando la igualdad en la dignidad ética de las personas. Un Estado con la suma del poder público jamás lo hace. Necesitamos como pedía Alberdi que se ame a la Patria por sus instituciones, por los derechos y la seguridad que ella acuerda a sus miembros.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino”. Lumiere.2006.
evaleronarvaez@hotmail.com

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