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Elena Valero Naráez


Gran parte de la oposición resolvió aceptar el dialogo ofrecido por el Gobierno. La negativa a concurrir, de Lilita Carrió marcó una posición distinta dentro de la Coalición Cívica. Puso sobre el tapete la desconfianza que ha provocado una política basada en tácticas de sometimiento al que no pensaba como el gobierno.
El radicalismo ganó protagonismo en el Acuerdo Cívico y Social y no sería disparatado que surgieran marcadas diferencias entre los liderazgos provocando una escisión, luego de alcanzada la meta de ir juntos en las pasadas elecciones.
Varios de los que aceptaron el diálogo tampoco van convencidos de que obtendrán resultados positivos.
Es cierto, como dicen Carrió y Patricia Bullrich, que el debate interpartidario debe darse en el Congreso, pero también es cierto que las decisiones que ha tomado hasta ahora el bloque oficialista, fueron marcadas de antemano por el rancio aliento del ex presidente. Todavía se desconfía de la independencia de muchos legisladores.
Aunque en la oposición haya gente sincera y razonable será muy difícil que se pongan de acuerdo grupos y dirigentes de tan diferente criterio en cuanto a la manera de resolver los problemas que tienen los argentinos.
Cristina tendrá orejas más grandes para escuchar a quien responda dócilmente a sus deseos y veleidades.
Cada sector intentará conseguir privilegios y ventajas a costa de los demás, como siempre pasa en las pujas corporativas, surgirán conflictos entre los sectores llamados al dialogo. El resultado final es el debilitamiento de las instituciones democráticas.
La idea de crear un Consejo Económico y Social, representado por Ministros del Poder Ejecutivo, empresarios, la CGT, bancos nacionales y extranjeros, la industria, la construcción, el comercio, los servicios públicos, la Bolsa de Comercio, el sector energético y el agro, refuerza la tendencia de políticas fascistoides del Gobierno. Me hace sospechar en una maniobra más de Néstor Kirchner para desestabilizar al Congreso. ¡Moyano entusiasmado pidió un Consejo del Salario Mínimo! Las entidades de éste tipo terminarán maniatando la acción de las instituciones creadas por la Constitución para dirimir pacíficamente los conflictos.
Es hora de que todos pensemos más en el futuro que se nutrirá con las decisiones que se tomen desde ahora, después del dialogo con la presidente, y sobre todo en el Congreso. Allí se está propugnando un acuerdo que considera más el bienestar general que la reivindicación de intereses corporativos.
Por otro lado, el sector empresario debiera dejar de exigir tarifas aduaneras favorables, trabas a la competencia y otros privilegios que perjudican a otros sectores de la economía. Y, los lideres sindicales, adecuar los pedidos de aumentos salariales a la rentabilidad de las empresas.
Se siguen observando decisiones desalentadoras. El Estado se hará cargo de la planta Mahle de arcos de pistón, en Rosario. Se espera la intervención más o menos disimulada de Guillermo Moreno. Mahle recibe el precio que pretendía y se deshace de la fábrica que no le interesaba mantener.
El gobierno vuelve a actuar de manera discrecional y discriminatoria: decide qué empresa debe ser salvada y cual no, abusa del poder.
La presidente declama tener la meta de mejorar la salud, la seguridad, la educación, y otros problemas sociales. Entonces, en vez de insistir en el reparto de la riqueza, debe generar políticas perdurables que permitan el comercio y la inversión que la harán posible.
No se logrará con discursos que apelan a desprestigiar a sectores productivos, el bienestar general. Necesitamos una política que entienda la globalización y cree las condiciones para que se puedan aprovechar las ventajas competitivas de un país como el nuestro, ávido de producir y exportar.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

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