El Gobierno es el problema…


Elena Valero Naráez


A la gente de campo les falta financiación bancaria a tasas razonables, también necesitan financiación para insumos elementales para encarar la próxima siembra.
No se puede vender el trigo por falta de precios a futuro. Es consecuencia de no poder exportar aunque el gobierno supuestamente lo autorice porque sólo se podrá hacerlo cuando estén cubiertas las necesidades del consumo interno. Los precios están dados por los Molinos, únicos autorizados a comprar. De esta manera los exportadores tienen el cereal pero no lo pueden vender.

La ganadería también sigue en crisis, en buena parte por la sequía. El desmesurado valor de los forrajes necesarios para la subsistencia de los anímales se ha convertido en una honda preocupación: un rollo de 150 pesos, por ejemplo, alcanza para una ración muy pobre para treinta vacas, de un día. Además los subsidios a los terneros que el gobierno anunció con bombos y platillos no han sido abonados.
El paro agropecuario podría extenderse a 15 días ya que no habrá desabastecimiento: las cámaras de los frigoríficos tienen stock suficiente de carne debido a las obstrucciones para exportar.
Esto se agrava porque las perspectivas de lluvia se anuncian recién para fin de la primavera por lo cual peligra la cosecha fina de trigo y cebada.
Quitar las retenciones a trigo, maíz y girasol no incidiría en tan grave escala en la recaudación y si lo haría en el productor agropecuario quien variaría su plan de siembra restándole lugar al “yuyito”. Igualmente, el impuesto, no recaudado por retenciones de esos productos, ingresaría a las arcas del Estado a través del impuesto a las ganancias; sería lógico dado que el productor abonaría dicho impuesto en caso qué tal ganancia realmente exista. No sería el caso- como con las retenciones- que el productor abonaría el impuesto aún en caso de tener pérdidas.
Néstor Kirchner negó en un discurso que se aumentaría las retenciones a la soja, pero, ¿quién puede tener confianza en la palabra de quien rompe contratos y pasa por encima de todas las normas?

Ante esta conflictiva situación del sector agropecuario una de las figuras que más criticaron la política del gobierno hacia los agricultores y ganaderos es acusada de “borocotizarse”, o sea, se pasa al oficialismo. María del Carmen Alarcón, es ahora funcionaria del gobierno kirchnerista. El paro del campo es desmedido, no tiene razón de ser, asegura, en consonancia con declaraciones de Aníbal Fernández. No se entiende ésta actitud justo cuando el gobierno de los Kirchner se está despellejando, cuando la debilidad de parlamentarios serviles, en su mayoría, le prorrogaron los poderes para que intentaran reconstruir a los manotazos y arbitrariamente poder , mediante amenazas, compra de políticos opositores, decretos, y otros medios que dejan mucho que desear.
Resulta asombroso, a la vez que decepcionante, observar como personas que son referentes importantes ante la sociedad en la correcta defensa de determinadas políticas orientadas el bien común, pueden, súbitamente, tirar por la borda sus propias ideas, principios, y valores éticos, para aceptar ser fagocitados por este implacable régimen kichnerista de cooptación de voluntades, conseguidas, casi siempre, en base a turbios e inconfesables acuerdos .

La crisis de la Argentina es total: nada funciona como debiera, empezando por las instituciones. Los límites que impone la Constitución al poder del gobierno, se han diluido: no hay justicia independiente ni un Congreso representativo que ejerza en plenitud las potestades que define nuestra Carta Magna. Es por eso que los Kirchner no han encontrado límites para obrar autoritaria y arbitrariamente.
El Congreso no ha cumplido con el deber de hacer las leyes, sino que ha convalidado casi siempre, pasivamente, las presentadas por los Kirchner. En pocas ocasiones controló al Ejecutivo, y no se escucharon los argumentos alternativos a los del gobierno.. Néstor y Cristina Kirchner nunca aceptaron críticas, las acallaron con amenazas o dádivas hasta convertir al parlamento en adicto. De ésta manera les quitaron el poder a los ciudadanos quienes votaron a sus representantes para que se tuviera en cuenta tanto las opiniones de la mayoría como, también, las de la minoría.
El parlamento también tiene una alta cuota de responsabilidad en el abultado gasto público que administró el gobierno en su provecho para adquirir un poder a las claras, excesivo. En vez de bajar el gasto recurrieron a la presión fiscal sin que les importara acabar con sectores productivos.
La ciudadanía votó en junio por un cambio, aunque, Néstor Kirchner, asegura que aunque ganó la oposición hay que profundizar “el modelo”. Éste no es otro que un sistema, en lo económico, estatista y dirigista, donde el sector público avanza sobre el privado confiscando sus recursos para sostener o crear empresas antiproductivas. La gente no se siente representada porque los partidos no existen y el Congreso es anoréxico, mientras se afianza el poder corporativo.
Está faltando el aire en la Argentina mientras nuestra presidente en vez de abrir la ventana se empeña en cerrarla sin pensar en las consecuencias. Gobierna sin prestar atención si su política concuerda con las normas constitucionales, continúan los controles a las exportaciones y a las importaciones impidiendo el progreso de la economía.

Aún no aprendimos que para hacer realidad las promesas populistas de reparto de la riqueza, de construcción de escuelas, viviendas, hospitales y otras obras públicas se necesita acumulación y concentración de capital, y eso solo lo puede dar la inversión privada y el respeto por las instituciones.
Cuanto nos falta un Alberdi que nos repita que el arte del sistema representativo no es otra cosa que un conjunto de reglas para evitar que el gobierno degenere en tirano.


Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

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