Todo es igual, nada es mejor...?


Elena Valero Naráez


“La democracia no es una muchacha que se deja tomar en la calle por un hombre armado con una ametralladora”. Winston Churchill

En una carta emocionante al diario La Nación, Arturo Larrabure, hijo del coronel Argentino Del Valle Larrabure, transcribe párrafos escritos por su padre en su largo cautiverio antes de ser torturado y asesinado por terroristas del ERP(Ejército Revolucionario del Pueblo) responsable en 1972, entre otros hechos, de otro cruel asesinato: el de Oberdán Sallustro, director de la empresa Fiat.
Veamos como describe Larrabure a uno de sus captores:
«El médico viene nuevamente. La revisación es prolija. En un instante en que el carcelero no observa discretamente llevo a la mano del doctor mi mensaje y en mis ojos imploro que acepte ese compromiso de solidaridad con un ser humano quebrantado por un injusto cautiverio. La capucha asiente afirmativamente. Pero en ese asentimiento pude ver sus ojos y nació en mí, de inmediato, el firme convencimiento de que la capucha es sólo estuche de un hombre con cualidad de verdugo. Sí, éste es indudablemente el hombre nacido para manejar el hacha que secciona una cabeza en el cadalso. Al ver sus ojos he visto la malicia calculadora del sádico, que siendo médico sólo tiene el alma carnicera del verdugo. La negra tela de la capucha que trasunta la mejilla descarnada de la muerte, me espera paciente. El médico se fue con mi esperanza y mi duda. Amargo sabor de hiel, el de esos ojos glaucos y fríos que vi en el orificio de la capucha, ojos de aves voraces que gozan de que la carroña de mi cuerpo sea devorada en amarga espera».
“Jóvenes idealistas, inocentes, que querían construir un mundo mas justo”, repite tristemente Larraburu, indicando el error que cometen los que defienden con esta denominación, aún después de ver las fotos de su padre torturado y humillado, a sus asesinos.
Muchos son los que llaman idealistas a los terroristas que destrozaron la vida de muchos argentinos y conmovieron las bases del la sociedad civil, en las décadas del 60 y el 70 ,sin saber siquiera cuales eran esos "ideales" y aún después, de ver las trágicas consecuencias que trajo al país el intentar llevarlos a la práctica..
Por el sólo hecho de suponer que tenían buenas intenciones se los consideraba idealistas y, aún hoy, perdida la lucha, una justicia tuerta, presionada y condicionada por el revanchismo setentista del actual gobierno, los quiere eximir de la responsabilidad que tuvieron por tantas muertes y tormentos, como los del Coronel Larrabure, y la desestabilización de la vida política, de dos décadas de terror y desencuentro.
Provenían de sectores de estratos medios o altos: Roberto Santucho era contador público y muchos, como él, eran universitarios. La Universidad fue un semillero de la guerrilla. Varios profesores incentivaron las ideas extremistas que pusieron en práctica éstos jóvenes que dejaron -en el intento de llegar al poder por la violencia- sus vidas, la de familiares y amigos, que se involucraron tratando de esconderlos para salvarlos de la muerte. Decían pretender “un mundo mejor” pero buscaban implantar un sistema totalitario. Fidel Castro los entrenaba y los financiaba, mientras secuestraban y extorsionaban.
Renegaban de su status alto, en el que encontraron frustración y por ello se convencieron de que podían cambiar el mundo por decisión propia, por medio de las armas. Tales fueron: el Che Guevara, Santucho, Firmenich, Vaca Narvaja, Gorriarán Merlo y casi todos los terroristas. Secuestraron, cometieron crímenes y atentados sobre civiles indefensos, destruyeron fuentes de riqueza social, diseminaron el terror sobre grupos y personas.
Las Fuerzas Armadas y de Seguridad, cumpliendo órdenes de un gobierno constitucional, terminaron, legalmente, haciéndose cargo de la represión antisubversiva: los acorralaron y desbarataron sus planes de lucha, derrotándolos finalmente en el terreno militar, el mismo que esos “idealistas” habían elegido para iniciar su lucha.
Juan Domingo Perón después de prohijar y fomentar la guerrilla, aprobando actos de latrocinio como el asesinato del Gral. Aramburu en manos de los montoneros y de utilizarlos para sus fines políticos, finalmente, los desautoriza desde la Plaza de Mayo, en 1974, el día del Trabajador. Poco antes, el 24 de septiembre de 1973, había declarado ilegal al ERP, indignado por el asesinato del líder sindical, Rucci. Abandonó a la guerrilla a su suerte: se ordenó la represión que fue llevada a cabo por militares y el grupo paraestatal: la Triple A. Fueron reprimidos por Perón, López Rega, Isabel Perón, Raúl Lastiri, e Italo Luder, aquellos que ellos ayudaron a llegar al poder.
Si son condenables los excesos cometidos por las Fuerzas Armadas y de Seguridad en esa guerra revolucionaria, también lo son, los crímenes cometidos por estos presuntos “idealistas” que aterrorizaron a quienes se oponían a sus planes de asaltar al Poder por medio de las armas, el asesinato indiscriminado y la violencia . La Justicia debe ser universalista.
El éxito de la guerrilla hubiera enlutado a la Argentina: basta con señalar parte del programa que aspiraban implementar los líderes del ERP, si tenían éxito, elaborado por Santucho y Baxter. Copiaron ideas del general vietnamita Nguyen Giap: proponían la lucha contra la dictadura y “el imperialismo” yanqui y el capitalismo argentino. Querían romper con los pactos que nos comprometían con EEUU y otros países, el Banco Interamericano de Desarrollo y todo organismo de control además de la “penetración imperialista”.
El gobierno "revolucionario del pueblo" estaría dirigido por la clase obrera como también el juzgamiento de los delincuentes políticos Expropiarían todas las fábricas de capital extranjero, sin indemnización previa: la administrarían el Estado y los obreros. Suprimirían el ejército y la policía porque querían nacionalizar las fuerzas armadas, proponiendo en su reemplazo un ejército revolucionario del pueblo y milicias armadas populares. Planteaban la reforma agraria y, entre otras metas, estatizar la banca, el crédito y el comercio exterior. Santucho amenazaba con severas sanciones contra los que consideraran que violaban "la moral y la disciplina". Ésta era la sociedad militarizada y regimentada que pretendían, tal como los totalitarismos por todos conocidos.
Como el grupo de intelectuales marxistas que en 1917, dieron un golpe de estado en Rusia, tomaron el poder ejerciéndolo a través de una terrible dictadura donde murieron enemigos y también varios socialistas y anarquistas que ayudaron a constituirla, éstos “imberbes”, como los denominó Perón, hubieran implantado un régimen basado en la omnipotencia burocrática, en nombre de esos” maravillosos ideales” para comprobar que la desaparición de la propiedad privada no deriva en la evaporación de las desigualdades sociales ni en la agonía del Estado. Por el contrario lo convierte en autoritario o totalitario.
El terrorismo en la Argentina, fue derrotado por las Fuerzas Armadas y de Seguridad del país y, también por la sociedad argentina que prefirió la paz en democracia y lo corroboró en 1983.
Con la democracia, regresaron los guerrilleros de sus exilios en Paris y otras ciudades capitalistas. Se pasearon por programas periodísticos haciéndose pasar por “chicos buenos” que luchaban por la igualdad y la justicia. Parte de la sociedad, los aclamó como a héroes: usufructuaron prebendas y privilegios ofrecidos por el sistema que despreciaban, pero, ninguno, se arrepintió de sus crímenes como en cambio, lo hizo el Ejército Argentino a través de su Jefe de Estado Mayor, durante la presidencia del Dr. Menem, al reconocer los suyos, llevados por esa cruel "guerra sucia" desatada por el terrorismo en los "años de plomo". No se escucha a los intelectuales que los apoyaron hacer un “mea culpa” por haber alentado penurias a tantas familias argentinas, de ambos lados, en esta guerra sin cuartel que duró dos décadas.
Fue un período lleno de mitos e incomprensiones.
Solo el sistema democrático puede dar un contenido ético, nunca perfecto, a las decisiones políticas: pueden ser revisadas y modificadas si son equivocadas porque deja de lado la omnipotencia aceptando, con humildad, que no somos omniscientes. Posibilita que aprendamos de nuestros errores, salvo que, como actualmente, se acepte, pasivamente, que el gobierno por haber sido elegido democráticamente, pisotee las bases que la hacen posible.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

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