OID MORTALES EL GRITO SAGRADO…


Elena Valero Naráez


“Gobernarse a si mismo es ejercer una vigilancia continua sobre el modo como los mandatarios del país desempeñan la gestión que el país les ha delegado. Esa vigilancia incumbe al interesado mismo, que es el país, y los medios prácticos de hacerla efectiva son la publicidad de los actos de gobierno, por una parte, y por otra, la inviolable libertad de pensar, de opinar, de hablar, de escribir, de imprimir, que el país se reserva con el objeto de tener al mandatario continuamente al corriente de la forma y sentido con que el país quiere que desempeñe su mandato” Juan Bautista Alberdi

No es el espíritu alberdiano el que prospera en la nueva ley de Radiodifusión que obtuvo la media sanción en el Congreso con el apoyo de oficialistas, socialistas y de la centroizquierda. Alberdi consideraba a la prensa libre como fundamental requisito para poder colaborar en la acción de gobierno. Pensaba que renunciar a ella era abandonar el rango de país libre. No lo han considerado así los 147 legisladores quienes, entre gallos y media noche, dieron su voto al proyecto.

Los Kirchner se oponen a todo lo que amenace su libertad de acción. Ésta es la característica principal del actual gobierno. Desconfían de las instituciones democráticas y es por ello que siempre están dispuestos a intervenir ante cualquier objeción a sus pretensiones. Es así como han disminuido al Congreso hasta convertirlo en un apéndice del poder. Toda disensión o deliberación es anulada dentro del bloque oficialista por un Ejecutivo que controla todas las decisiones. La autoridad de los Kirchner debe ser reconocida apelando, para conseguirlo, a toda clase de estratagemas, métodos ilegales y maniobras políticas que denigran las instituciones y prácticas democráticas.
No conformes con disminuir la independencia del Poder Judicial y del Congreso, ahora, se dirigen a ponerle una mordaza a la opinión pública. La adhesión al Gobierno será la norma para obtener licencias. El que quiera perdurar deberá ser devoto de los Kirchner, quienes son inflexibles en sus afirmaciones, con pretensiones ilimitadas, violentos contra quienes se le oponen. Cualquier concesión o entendimiento son considerados como signos de debilidad. Ambos atacan, permanentemente, a los medios y periodistas independientes. Esta ley les ayudará a controlar los medios de comunicación.
La democracia esta amenazada, depende ahora del Senado que los Kirchner terminen con la opinión pública institucionalizada. Las expresiones e inquietudes de los diversos grupos sociales necesitan ser escuchados por el poder político, lo demanda nuestra Constitución. Se está haciendo una parodia de la democracia, que ya no es tal, gracias, en parte, al apoyo dado por empresarios, sindicalistas, diputados, senadores y en general de casi todos los argentinos que han consentido en silencio los atropellos a las leyes de la República. Si los medios de comunicación pasan a depender del gobierno, dejarán de proveer a éste de la información cierta y responsable, necesaria para tomar mejores decisiones. Acallar las voces opositoras lleva, como ocurre en todos los regímenes autoritarios, a depender de métodos y leyes coercitivas para lograrlo. Esto termina perjudicando a todos, aún a los que se creen cercanos al gobierno. Todo poder necesita del control de otros poderes, por eso es fundamental la pluralidad de ideas que permite una opinión pública institucionalizada.
El gobierno debe garantizar la libertad de expresión pero en vez de controlar e intimidar. La excesiva participación del Estado en el proyecto de radiodifusión, fue cuestionada por la oposición y las modificaciones no la conformaron porque preservan arbitrariedades, inadmisibles, como la injerencia estatal en el contenido de los medios de comunicación. El apuro del gobierno en tratar el modificado proyecto de ley, también es criticado, ya que se merecía un tratamiento adecuado por su importancia para el mejoramiento y sostén de la democracia. Sin embargo, continúan las divisiones entre los legisladores que no responden a la presidente, no solo por intereses electoralistas, sino por algo más importante: son varios los que, aunque se oponen al Gobierno, comulgan con las ideas kirchneristas, como lo demuestran los que votaron a favor del proyecto.
El más importante de los controles al poder político es la opinión pública. Si ésta pierde la voz se convierte en un objeto pasivo y deformado de propaganda para el gobierno de turno.
Muchos han olvidado como se persiguió la libre expresión desde 1946 a 1955: “La Vanguardia” debió transformarse en un diario clandestino, luego de soportar multas y clausuras. Se obligó a vender a Perón, “Crítica” y “La Razón”, mientras La Prensa, fue expropiada en 1951. A “La Nación”, que luchaba por mantenerse independiente, le redujeron las cuotas de papel hasta el punto de que sus lectores debían recurrir al mercado negro para conseguir un ejemplar. Se obligaba a los diarios a seguir las consignas de la Secretaría de Prensa y Difusión y se constituyó la Asociación Literaria Editorial Argentina, de la que Evita, era la principal tenedora de acciones. También, “Noticias Gráficas” y la Editorial Haynes, que editaba el diario “EL Mundo” pasaron a manos del Estado, como las ondas de radio y las emisoras, las cuales, se convirtieron en instrumento de propaganda del gobierno peronista.
El ex presidente Néstor Kirchner y la actual presidente, avanzarán también hacia un modelo autoritario, utilizando todos los resortes que les da el Estado. Es con lo que cuentan desde que perdieron en las pasadas elecciones legislativas. Con los decretos de necesidad y urgencia, la delegación de poderes, el veto y el control de la opinión pública, seguirán adelante, sin tener en cuenta la distinción liberal entre lo privado y lo público. Ambos, se han convertido en una amenaza a la garantía del orden social lo que se traduce en inquietud y desasosiego. Al perder credibilidad, y consenso, recurren a recompensas prebendarias para lograr obediencia a sus reclamos. Al no poder satisfacer, aunque sea parcialmente, las necesidades e intereses generales de la gente, generan tensiones y conflictos permanentes, por eso necesitan más concentración de poder y autoritarismo.
El Senado, en los próximos días, decidirá sobre el nuevo diseño de la ley de radiodifusión. Tiene una gran responsabilidad. El vicepresidente Cobos está ayudando: envió una nota al secretario parlamentario del Senado, Juan Estrada, para que girara el proyecto a las Comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión como quiere el Gobierno, pero, además, a la de Asuntos Constitucionales, de Educación y Cultura y de Derechos y Garantías. También Macri anunció, que si es aprobada será revisada por la oposición después del 10 de diciembre cuando asuman los nuevos legisladores.
El vicepresidente pide imitar el Pacto de la Moncloa. No es necesario porque ya tenemos un excelente pacto: La Constitución. Debemos empezar a respetarla.

Elena Valero Narváez. (Autora de “El Crepúsculo Argentino.Lumiere,2006.)
evaleronarvaez@hotmail.com

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