Presidenta: necesitamos de su simpatía…

David Hume definía la simpatía como la capacidad que tenemos de transportarnos con la fantasía al alma de los otros para experimentar como nuestros, sus placeres y sus dolores, lo que les es útil o dañino.
Si damos crédito a la realidad que percibimos en la Argentina, nuestra presidenta nos tiene muy poca simpatía.
No puede ser de otra manera si observamos el derrumbe de los títulos públicos y el riesgo país que ha llegado a 1200 puntos por, como según afirman los diarios, pagarle a Hugo Chávez el 15% de tasa de interés para que nos comprara los Boden 2005 por mil millones de dólares.
El INDEC sigue sin reflejar el verdadero índice inflacionario a pesar de la necesidad imperiosa de atraer inversiones. No se escucha la propuesta que desde la oposición se ofrece al gobierno: normalizarlo mediante la reposición de los antiguos funcionarios destituidos por Moreno. Ellos, con su experiencia e idoneidad, tomarían para empezar, estadísticas de las provincias de San Luís, Mendoza y Santa Fé.
Las Provincias siguen sin poder acceder a las economías mundiales por obra y gracia de las intervenciones del Secretario de Comercio en la economía.
Producto del unitarismo fiscal, creado por la delegación al Poder Ejecutivo de poderes extraordinarios, se asfixia a los gobiernos de provincia. Cuando no cumplen órdenes expresas no se le envían los recursos necesarios para que puedan cumplir con los compromisos que, indefectiblemente, se les presentan mensualmente. Ello es lo que provoca peligrosos disturbios como los que se expresaron recientemente en Córdoba.
No se ha encontrado una solución a la exportación de carnes y granos en general. Se derrumbaron los precios de los cereales pero nadie asume la pérdida de oportunidades para acumular capital y reinvertir.
La exportación de carne restringida por la política agropecuaria del gobierno se contrapone a la de nuestro país vecino, Uruguay, el cual ya se encuentra en el primer lugar entre los países exportadores de carne bovina congelada a China, mientras que Argentina se ha visto frenada en las negociaciones.
Por otro lado, Brasil nos saca rápidamente ventaja: el crecimiento de la agroindustria le permitió aumentar, en el primer semestre del año, la renta de los productores y, también, expandir la producción de maquinarias y equipos agrícolas en 43, 5 %, de los adobos y fertilizantes en 10, 3% y de los de raciones para animales en 7,5%. La cosecha de granos será la mayor en la historia del país y superará en 7, 9% la del año pasado.
El titular de la ONCCA Ricardo Etchegaray anticipó que se preparan controles para la exportación de arroz, el principal consumo de los países asiáticos, a través de los Registros de Operaciones de Exportación (ROE).
Por falta de inversión, producto también de la mala política hacia el sector, la energía se ha convertido en otro de los problemas que aquejan a los empresarios ya heridos en su capacidad productiva.
Además, el gobierno argentino acelera la política estatista, la cual oculta que a las empresas del estado no las controla nadie. La ganancia no la produce el obrero para el capitalista empresario, como sucede en la empresa privada, no ligada al estado, la cual permite sobrevivir a directivos, accionistas y empleados. Opuestamente, buena parte se la ganancia se la llevan los funcionarios políticos que intervienen en los negocios ligados al gobierno.
Las empresas estatales crean ganancias extras para el que fiscaliza en perjuicio de la empresa. No están dirigidas a obtener ganancia sino a servir al poder.
El problema de la seguridad de los argentinos no es importante ni para los gobernantes, ni para muchos jueces, según lo delata la ola de secuestros, asesinatos, violaciones, asaltos y crímenes sin que se haya diseñado ningún plan de prevención.
¡Cuanto podríamos decir sobre la falta de controles en las rutas!
La Iglesia denuncia en sus sermones el clientelismo oficial. Se tradujo en palabras de Jorge Bergoglio quien deslizó: “No les pagaron para que vinieran e hicieran número. Así es nuestro Dios: quiere que todos sus hijos participemos de su alegría...”. Es una súplica para que se abandone el populismo.
¿Debemos implorar los argentinos para que nuestra presidenta nos tenga un poco más de simpatía y experimente, aunque sea con la fantasía, como propone el gran filósofo, lo que nos es útil y lo que nos es dañino?
Si así fuera, vería claramente que debemos imitar a quienes nos hicieron la Patria los cuales pretendieron un país que respetara las leyes y estuviera dentro del contexto mundial para poder exportar, educarse y progresar. En un proyecto similar, todos contribuiríamos, cargando nosotros y no el estado con la responsabilidad de lo que elijamos en la búsqueda del mejoramiento de nuestras vidas...

Elena Valero Narváez. (Autora de EL CREPUSCULO ARGENTINO, Ed, Lumiere, 2006)
evaleronarvaez@hotmail.com

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